—Les diste un buen susto a mis hermanas, en especial a Faetusa— explicó, mientras se adentraba en el sendero de piedra que serpenteaba a través del pequeño jardín —debo confesarte que, entre todas las deidades que pudieran haber arribado a Trinacia, jamás imaginé que tú serías una de ellas—
El paso de Helia se detuvo abruptamente cuando Poseidón también cesó su andar. Giró su rostro hacia él, perpleja ante su súbita acción, y pudo contemplar como el dios de los mares fijaba su mirada en la distancia, sin un objetivo definido.
—No me emociona estár aquí— la voz de Poseidón salió desprovista de cualquier emoción, proseguiendo su camino y dejando atrás a Helia —Mi hermano menor es un tonto y esa mujer...— su ceño se contrajo en una expresión de desdén, aunque Helia no podía verlo, lo percibía en el tono de su voz.
—¿Acaso has venido aquí solo para manifestar tu desprecio?— cuestionó la mujer, cruzando sus brazos y arqueando una ceja.
—¿Qué es lo que sientes por mi hermano?—
La pregunta desestabilizó por completo a Helia. Su rostro reflejó una incredulidad absoluta, sus brazos cayeron inertes a los costados y su corazón comenzó a latir con una intensidad desbordante.
Luchó por tragar saliva, sintiendo que sus palabras se atascaban en su garganta, mientras la imponente presencia de Poseidón no hacía más que aumentar su nerviosismo. Sus manos se cerraron con fuerza, apretando los puños, y desvió la mirada hacia otro punto.
—No tengo tiempo para esto— musitó con frustración, dando media vuelta, decidida a alejarse.
—Esa mujer no es digna de mi hermano— pronunció Poseidón con voz gélida, lo cual hizo que Helia se detuviera y dirigiera su mirada hacia el suelo, sintiendo un torbellino de emociones —Incluso el imbécil de Adamas lo reconoce— añadió con desdén.
Los labios de Helia se tensaron en una mueca de disgusto y, en ese instante, giró su cuerpo para enfrentar al hombre que permanecía imperturbable en su posición.
—Nadie es digno para tí, eso no me sorprende en lo absoluto— sonrió, consciente de que se aventuraba en un terreno peligroso al enfrentarlo de esa manera.
—Tú sí— pronunció Poseidón, confesión que pareció costarle un gran esfuerzo.
Aquellas palabras dejaron a Helia atónita, sin esperar en lo más mínimo tal revelación.
—Es todo— chasequeó la lengua, deslizándose junto a Helia como una brisa fugaz, abandonando aquel lugar sin pronunciar una palabra más, dejándola plantada en medio de aquel sendero solitario.
Antes de abordar su carruaje, se detuvo en seco al sentir una mirada penetrante posarse sobre él. Con una expresión imperturbable y serena, desvió la mirada hacia esa figura misteriosa.
Helios.
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Cubrió su nariz con el antebrazo, protegiéndola del polvo acumulado que se elevaba en el aire. Cuando la nube grisácea finalmente se disipó, determinó que era hora de proseguir con su tarea. Apartó las sábanas polvorientas que envolvían los muebles de aquella habitación olvidada y sus ojos escudriñaron cada rincón, explorando en todas direcciones, como si estuviera en busca de algo.
—Creo que debería limpiar este lugar con mayor frecuencia... —susurró Hades, mientras se despojaba de su chaqueta y la dejaba reposar sobre una silla cercana.
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━━𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 《Hades》
Hayran Kurguヘリア ┇︎ "𝘓𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘦𝘴𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘪𝘤𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 é𝘳𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘪ñ𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥ó 𝘢𝘵𝘳á𝘴 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘵𝘦 𝘰𝘧𝘳𝘦𝘤𝘪ó 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘳𝘢𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰. 𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘵𝘰𝘮𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴...