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—Me comentó que las circunstancias han cambiado considerablemente y que ese sentimiento de aprecio hacia tí se está desvaneciendo poco a poco. Me pidió que mantuviera esto en secreto—

Las palabras de Perséfone danzaban en su mente, susurrando sin cesar. Se hallaba envuelta en un torbellino de perplejidad, sin saber si debía acoger con fe las palabras de la diosa de la primavera. Conocía la naturaleza franca de Hades, quien siempre había sido directo en sus comunicaciones. No obstante, esa semilla de duda germinaba en su interior.

Pero, ¿y si acaso no fuese así?

El enigma de los acontecimientos tejía una telaraña de incertidumbres que se negaba a abandonarla.

Una inquietante sospecha hacia Perséfone germinaba en el corazón de Helia, una semilla de desconfianza que incrementó en la noche de la cena. Por consiguiente, se negó a dejarse llevar por conclusiones precipitadas y decidió que, en el momento adecuado, abordaría el tema con Hades.

—¿Permanecerás de pie eternamente en ese lugar?— pronunció Poseidón, cuya presencia se erguía en medio del corredor.

La rubia emergió de su ensimismamiento, retornando a la realidad con un asombro delicado. Giró hacia el hombre y, abandonando las inquietudes que la acosaban, se dirigió hacia él, su mirada perdida en el vacío.

—Lo verás pronto— pronunció él de forma repentina, atrapando la atención de Helia, quien levantó la mirada para contemplarlo con incertidumbre —a Hades— explicitó con su mirada impasible, dirigida inalterablemente hacia el frente.

La mujer asintió en un silencio cargado de resignación, su semblante abatido desviándose con desgana, anhelando fervientemente que sus palabras se hicieran realidad. Avanzó junto a Poseidón en un mutismo sepulcral, desconociendo por completo la razón que había llevado al dios de los mares a llamarla a su presencia.

—¿Por qué has necesitado de mi presencia? No es común en ti llamar a alguien— inquirió finalmente, deteniéndose cuando Poseidón lo hizo.

—Visitaré a mi hermano y tú vendrás conmigo— respondió, no como una sugerencia, sino como una orden.

Los ojos de Helia se abrieron de par en par, incapaces de creer lo que sus oídos habían escuchado.

—¿Te volviste loco? No puedo  aparecer en ese lugar sin previo aviso— apartó la mirada, escuchando un gruñido proveniente del rubio.

—No te estoy preguntando, ¿acaso no deseabas ver a Hades?— contraatacó Poseidón y supo que había triunfado cuando Helia permaneció en silencio —camina, será un viaje largo—

Helia dejó escapar un suspiro, inhalando profundamente mientras los nervios se apoderaban de su ser. Después de siglos, conocería el inframundo.

Y esa perspectiva la llenaba de un terror abrumador.


Tal como Poseidón había dicho, el camino se hizo largo y, a medida que descendían hacia el mundo de los muertos, el frío se adentraba en sus huesos y el miedo nublaba su mente.

Aquel lugar se manifestaba tal y como Hades lo había descrito siglos atrás.

Permaneció cerca de Poseidón en todo momento, evitando desviar la mirada y esforzándose por ignorar los lamentos de las almas en pena que acechaban a su alrededor. Fueron minutos tortuosos para ella, pero pronto el temor se transformó en asombro cuando divisaron el imponente castillo de Hades a lo lejos.

━━𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 《Hades》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora