Capítulo 31: Terremoto

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Katsuki Bakugō estaba cocinando.

Yo no sé cómo lo hace pero siempre que cocina todo huele increíble.

Tiene un don.

Cocíname para toda la vida, guapo.

Y pues el precio por quedarte en la cocina y tener la oporunidad de probar algo es ayudarle.

Y ahí estaba yo con una tablita y un cuchillo cortándo cebolla.

De lujo.

Y con mi granizado.

Granizado que se me estaba por acabar.

Si no fuera porque Katsuki lo cogió, se lo bebió y lo tiró.

-_____: Si querías uno, lo hubieras pedido antes.-

Pasó de mí, pero sé que me escuchó.

Realmente esta receta es muy sencilla, pero empanar las chuletas es un rollazo.

Y ya lo hace Katsuki.

También te digo, estaba haciendo arroz para un regimiento.

-_____: Toma.-

Le di toda la cebolla picada y me dio otra.

Lamentable.

Se está vengando por lo del granizado.

Se volvió a girar hacia mí.

A lo mejor no le hacía falta otra.

Y me pasó un rallador y jengibre.

Fenomenal.

Esto es esclavismo.

Ni me pagan, ni me dejan beber.

Justo en frente de la isla de la cocina está una de las ventanas, donde coloqué la figura de Zoro.

Figura que se iba a caer si no hacía algo por culpa de un terremoto.

Para rematar.

Cómo no.

Esto es Japón.

-_____: ¡Katsuki! ¡Mi arcilla!-

Me enderecé lo más rápido posible, pero es que tenía que dar toda la vuelta por la isla.

Y no me iba a dar tiempo.

Gracias a Dios, Katsuki es Flash.

En cuanto me oyó, se estiró todo lo posible y llegó a alcanzar la figura.

La cogió con solo una mano y la colocó mientras la sujetaba.

Ya que el terremoto aún no paraba.

Fue bastante fuerte, solo que aquí todos están acostumbrados.

Pero terminó rápidamente y me acerqué en cuanto pude para mirar si había algún desperfecto.

Menos mal que se estaba secando desde hacía una semana y endureció bien y con tiempo.

Estaba perfecta.

Suspiré y me apoyé en el brazo de Katsuki.

Sinceramente, me habría echado a llorar si se hubiese roto, ya es la segunda vez que la hago.

-_____: Gracias.- Hizo un sonido con la garganta.

Él había colocado bien la figura, pero aunque ya no ejerciese fuerza la seguía tocando.

Como sujetándola suavemente.

Y no se movió cuando yo me apoyé.

-Katsuki: ¿Estás bien?-

No. (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora