CAPITULO CINCUENTA

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 CAMILA

Había llamado a Jauregui para contarle lo de mi padre.

Para hablarle de la insultante conversación que había tenido lugar en mi despacho.

Me había amenazado. Me había dicho que me despreciaba. Quería hacerme la vida imposible.

Como mujer, hacía falta mucho para hacerme daño. Estaba cubierta con capas, pero también estaba hecha de acero. Mi piel aunque suave era difícil asestarme un golpe que me afectara de verdad. Pero las palabras de mi padre me habían calado hasta los huesos. Seguía sangrando a pesar de que las heridas eran invisibles.

Yo me había reconciliado con el hecho de no tener una relación con mi padre.

No me faltaban razones y con ellas me bastaba, pero nunca lo había odiado y me dolía saber que él a mí sí me odiaba.

Mi madre estaría decepcionada con los dos, no sólo con él.

Estábamos en frentes opuestos del campo de batalla y ninguno de los dos estaba dispuesto a firmar una tregua. Había provocado una explosión para recuperar a Jauregui y ahora no podía volver atrás. Ella seguía sin confiar en mí y yo no estaba segura de si todo aquello habría sido para nada.

Esperaba que no.

Pero cuando había llegado a su ático, estaba al borde de las lágrimas. Jauregui era igual de fuerte que yo, y ocultaba sus emociones a gran profundidad por debajo de la superficie.

No era el tipo de persona que lloraba cuando algo la desgarraba. Dedicaba su energía a encontrar soluciones a los problemas, no a lloriquear cabizbaja. Ver la humedad en sus ojos me había mostrado cuánto sufría. La tristeza escrita por todo su rostro me hacía sentir deprimida. No podía mencionar mi propio dolor cuando ella era lo único que importaba de verdad. Yo había albergado la esperanza de dejar caer mi armadura y permitir que ella atendiera mis heridas. Sin embargo, las oculté y fingí que no estaba sangrando ni lo más mínimo.

Todo aquello era culpa mía.

Creía que era bastante probable que Dinah fuera quien la había traicionado, pero como Jauregui no tenía ninguna duda de que ella decía la verdad, tenía que eliminarla de mi lista de sospechosos. Aquello me dejaba un solo culpable y tenía que seguir adelante hasta conseguir alguna respuesta.

Pero, por ahora, tenía que solucionar aquello.

Por ese motivo iba de camino a la ayudante de Dinah en el interior de su edificio.

―Necesito ver a la señorita Dinah.

―¿Tiene cita? ―Alzó la vista y me miró a través de sus gruesas pestañas, contemplando embobada mis facciones sin mostrar ni pizca de discreción.

Jauregui se habría puesto celosa.

―No, pero es importante.

―¿Su nombre?

Aquella parte sería difícil.

— Camila Cabello.

―Veré si está disponible. ―Cogió el teléfono y habló directamente con ella―. Camila Cabello ha venido para hablar con usted. Dice que es urgente. ―Cuando oyó su respuesta, sus rasgos se endurecieron levemente―. De acuerdo, señorita.―Colgó y apenas me miró―. Dice que está demasiado ocupada para ayudar a un idiota como usted... Sus palabras, no las mías.

Por norma general, me habría puesto de mal humor ante un insulto así, pero en ese momento no me importó. Me aparté de su mesa y entré directamente en el despacho de Dinah.

EL IMPERIO DE LAS JEFAS || CAMREN GIP (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora