Capítulo 13: La Mujer Para Mí

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>>>Haciendo La Ponderosa>>>

Victoriano había llegado a su Hacienda y con un humor nada favorable después de lo ocurrido en el pueblo.

Entró a su casa vociferando palabras de enojo.

Inés bajaba de las escaleras ayudada por Lichita quien la guiaba.

—¿Victoriano?

Él la volvió a ver.

—Vete a dormir, Inés... tengo unos asuntos qué arreglar.

—¿Por qué estás con ese humor? ¿Qué pasó qué estás así?

—No pasa nada... por favor, mujer... hazme caso... Lichita, lleva a mi mujer al cuarto, por favor.

—¡Yo no me voy a ningún lado, Victoriano! ¡No hasta que me digas que es lo que te pasa! — elevó su voz inquieta.

Victoriano iba a responder pero en eso aparecieron Manuel y su esposa.

—¡A ti te estaba esperando, traidor! ¡Conspirabas en contra de mi esposa!

La esposa de Manuel se puso en frente de su marido logrando que Victoriano se detuviera.

—Patrón, ¡le pido perdón en nombre de mi marido! ¡Por favor, no nos eche! ¡Él no sabía lo que hacía!

—¡Pero por supuesto que este imbécil sabía lo que hacía! ¡Participando de las artimañas que decían contra mi mujer! ¡Los quiero fuera de mi hacienda! — exclamó demandante.

—Victoriano, ¿qué dijeron? ¿Porqué los quieres fuera de nuestra hacienda? — interrogó con tristeza en su voz.

Victoriano suspiró. —¡Fueron irrespetuosos y Manuel participó en todo! ¡Después de todo lo que hemos he hecho por ti y tu familia, Manuel!

—Patrona, patrona... por favor, apíadase de mis hijos, usted los conoce, son chiquitos... hemos vivido en nuestro cómodo chacal, donde hemos tenido todo gracias a la generosidad suya y del patrón... ¡mi marido cometió un error pero por favor, no nos echen de sus tierras!

—¿No te da vergüenza de que tu esposa tenga qué clamar de esta forma?

Manuel miró a su patrona. — Lo siento, patrona... Lo siento.

—Siempre procuramos su bienestar la tuya y la de tu familia en todo y mi marido y yo solo pedíamos lealtad a cambio... — habló con decepción — solo eso — susurró agobiada.

Manuel se quedó en silencio.

—Victoriano... — dió un paso adelante soltándose de Lichita lentamente — tú sabes lo que yo pienso.

Y tenía razón. Victoriano conocía a su mujer y sabía lo que opinaba al respecto.

—Tu esposa y tus hijos tienen nuestra protección, solo por ellos se quedarán y te será perdonado el hecho de que hablaste a mis espaldas — mantenía su mirada fija al suelo.

La esposa de Manuel tomó las manos de Inés y las besó en agradecimiento. — Gracias, patrona... muchisisímas gracias.

—Tranquila, Rita... Tú no te preocupes... Somos madres y me pongo en tú lugar — sonrió cálida.

—Ay patrona... — sollozó alegre.

—Llévate a tu esposa y lárgate, Manuel — indicó Victoriano con dureza.

Cuando ellos se retiraron, Victoriano todavía no estaba tranquilo e Inés lo sentía a pesar de que no podía ver su rostro.

—Lichita, déjame con mi marido a solas un momento, por favor.

La Mujer De Victoriano SantosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora