Capitulo 2: Situación Compleja

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—Victoriano, tú siempre tan apuesto y...protector — observó la forma en que él aferraba a la mujer que tenia gran rencor en contra.

Inés nunca comprendió porque Alicia había cambiado tanto con ella; sin embargo, ella no se dejaba de nada ni de nadie cuando sentía que la habrían de herir.

—Alicia, que bueno volver a verte, ¿Cómo has estado? — la amabilidad de Inés siempre saldría a relucir a pesar de todo.

—Muy bien, Inés — respondió mientras arqueaba una ceja.

—Vete, Alicia... el último encuentro que tuviste con mi mujer no fue nada agradable, no te quiero cerca de nosotros.

Inés miró a su marido empezando a preocuparse. Victoriano, cuando se trataba de su mujer y sentía la necesidad de protegerla, se olvidaba de todo acto de cordialidad e incluso de temple.

Alicia dio un paso atrás. — No vengo a discutir, Victoriano.

—Muy bien, vete.

—Victoriano, calma.

—Tu propia mujer tiene que controlarte...— provocó juguetona, se dio la vuelta retirándose.

Victoriano frunció el ceño, tomó la mano de Inés.

—Nos vamos.

—Victoriano, la estábamos pasando bien, ¿Por qué tenemos que irnos? Sabes como es Alicia.

—No me importa, Inés... no me gusta verte cerca de ella — miraba a su alrededor alertado.

Sus hijos a lo lejos miraron aquella escena que había sucedido y observaron como su padre les indicaba que se retiraban.

—Victoriano...

Él caminaba alertado.

—Inés, si ella está aquí entonces él debe de haber llegado también — bufó —. Claro, ya sé porqué.

—Pero la conmemoración de tu padre es hasta dentro de dos días, no mañana.

—Es un imbécil... algo trama.

—Todos lo años dices lo mismo, él simplemente viene a conmemorar el fallecimiento de tu padre, sabes que él también fue como un hijo para tu padre.

Victoriano se detuvo y expresó molestia inmediatamente.

—¿Acaso lo estás defendiendo? — posó sus manos en la cintura.

—¿Qué? ¿Qué dices, Victoriano? Simplemente te estoy diciendo la verdad, él ya hizo su vida con Alicia... eso es pasado, mi amor...— se acercó a él para besarlo — cálmate, mi amor... vamos a casa y dormir juntos como todas las noches, ¿sí?

Victorino asintió volviéndola a besar.

—Pancho, manda a decir a mis hijos que nos vamos y que no se tarden en llegar... vigílalos.

Pancho estaba al servicio de Victoriano, ejercía como guardaespaldas cuando ameritaba.

—Ya mero, patrón.

Victoriano le abrió la puerta del auto, Inés tomó la mano de su marido para subirse en el asiento de copiloto, cerró la puerta y luego él subió al auto.

—Victoriano, ellos ya están grandes... saben cuidarse solos, mi amor.

—Solo quiero cuidarlos, no puedo estar tranquilo sin saber que hay alguien cerca de ellos para protegerlos si lo amerita... más en este pueblo de locos.

Inés carcajeó.

—Ah pero bien que sales con todos los hombres del pueblo a tomar de vez en cuando.

La Mujer De Victoriano SantosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora