Cap 1

189 17 0
                                    

Nalani

—¡Dame mi juguete!— Chilló aquel niño de cinco dedos mientras me arrebataba mi juguete, juguete que me había dado mi padre antes de morir.

—¡No es tuyo!— Grité a todo pulmón intentando quitarle mi juguete de sus manos.

—¡Yo lo vi primero! ¡Suéltalo apestosa!

Y justo ahí fue que lo perdí. Conocía a Lo'ak de vista, era el tercer hijo del Olo'eyktan Jake Sully y Neytiri, tenía cinco dedos como su padre y su hermana mayor, Kiri. Nunca había hablado con ellos y nunca me había importado el echo de que tuviera cinco dedos, pero que hubiera llamado apestosa hizo que perdiera el control de mis palabras.—¡Mientes! ¡Raro de cinco dedos!—Y justo antes de que él pudiera responder a mi insulto, otro niño apareció.

—¡Hey! No le hables así.— Ambos volteamos y antes de poder analizar quién era Lo'ak gritó.

—¡Neteyam!

Neteyam, el hijo mayor de los Sully y el próximo Olo'eyktan. Lo que me faltaba, que el hermanito mayor venga y se meta.—¿Y tú que te metes?— Solté y antes de darme cuenta aquel niño se acercó, tomo mi juguete y sin ningún esfuerzo nos lo arrebato a ambos.—¡Eh! ¿Qué haces? Eso es mío.

—No vuelvas a acercarte a mi hermano.— Me señaló con su dedo y sin apartar su fría mirada le entregó mi juguete a su hermano.

—Con razón son hermanos. Par de monos.

Y antes de escuchar otra palabra de uno de los dos me volteé y me fui, ya vería como recuperaría mi juguete pero lo que menos necesitaba era causarle un problema a mi madre por pelearme con los hijos del Olo'eyktan.

En ese entonces tenía siete y al final recupere mi juguete, Lo'ak lo dejo tirado una hora después. Desde entonces jamás tuve otro encuentro con uno de los Sully, no me caían mal pero al parecer yo si a ellos, más bien a Neteyam, cada vez que estábamos en el mismo lugar me miraba como si fuera la peor persona del mundo y simplemente no entendía el porqué.

Esa tarde había volado durante unas horas, había domado a mi ikran unos meses atrás y desde entonces mi ikran Sasha y yo nos habíamos convertido en las mejores amigas, o eso era lo que creía. No sabía si entendía lo que decía pero al menos me escuchaba. Después de haber volado estaba dejando a Sasha con los demás ikranes para que pudiera descansar.

—Siento que hoy no pueda durar más tiempo contigo, tengo que ir a ayudar a mamá con varias cosas.— Sasha me respondió con una movida de cabeza y me reí para luego acariciarla.—Mañana te traeré un balde de tus frutas favoritas.

Luego de dejar a Sasha con los demás ikranes me di la vuelta para encontrarme de frente con nada más y nada menos que Neteyam, quien también preparaba su ikran para dejarlo descansar. El volteó hacia mi dirección y chocamos miradas, me miro de arriba hacia abajo con desprecio y sin decir una palabra apartó la mirada hacia su ikran en menos de un segundo.

—Hola.— Dije sin pensarlo, no es que haya dicho algo malo, sólo estaba saludándolo pero era evidente que Neteyam no me soportaba por alguna razón y lo dejo más claro cuando me ignoro.

Levante ambas cejas indignada por su indiferencia, ¿Por qué actuaba como un completo idiota? Por más veces que Neteyam me mirase mal o me ignoraba siempre me sorprendía cuando lo hacía, quiero decir, siempre me ha tratado así pero sin ninguna razón que lo justifique.—Si así eres ahora no me imagino cuando seas Olo'eyktan.— No me volteo a ver, pero sabía por la expresión que había hecho que me había escuchado, sin arrepentirme de lo que dije me volteé y me fui.

Al llegar a mi casa prepararé la cena para mi madre y mi hermana menor de nueve años. Mi madre nunca se recuperó de la muerte de mi padre, cuando el murió mi hermana apenas tenía unos meses y yo solo tenía cinco años, ella trató de ser fuerte por mi hermana y por mi, pero nunca la volví a ver sonreír, no de la manera que lo hacía con papá. Desde hace cuatro años, cuando cumplí diez y entendí un poco más el sufrimiento de mi madre traté de siempre estar ahí para mi madre, ayudándola a cuidar a mi hermanita.

Después de asegurarme de que ambas hayan comido les deseé buenas noches y me fui a domir, aunque sinceramente lo último que hice fue dormir.

Al día siguiente después de dejarle el balde de frutas a mi ikran Sasha me dirigí al bosque, quería despejar mi mente y alejarme un poco de todo.

Al llegar al bosque me recosté sobre el suave y a la vez picoso césped, mire al cielo unos segundos y luego cerré los ojos, sintiendo paz y tranquilidad. Supongo que el no haber dormido en la noche me hizo efecto porque unos minutos después estaba durmiendo en medio del bosque.

Te voy amar hasta morir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora