La mente de Gavin Renard galopaba. Era consciente de que Hadassah Dubois acababa de arrastrarlo a una competencia de tiro al blanco, pero su enfoque total no estaba en eso... Debía admitir que había estado disperso desde que había visto a los príncipes tesatrovos.
Lucien y Anouk Lefevre, los hijos de su reina.
Gavin había pasado varios años en Aquarctias, así que la última vez que había visto a sus altezas fue... cuando ambos eran niños. Increíble. Lucien solía tener la misma estatura que su hermana menor cuando tenía cuatro años, pero ahora le sacaba una cabeza. Era alto y gallardo. Gavin no sabía cómo encajar la imagen de este Lucien con la del niño revoltoso que recordaba.
Y Anouk.
Anouk, su futura reina.
Era pequeña y menuda, pero caminaba con firmeza y temple. ¡Era hermosa como una flor nocturna! Ya no quedaba nada de la niña tímida que seguía a Lucien a todos lados. Parecía haber asimilado la idea de que ella sería la reina y que debía actuar como tal. A pesar de que nunca tuvo una relación cercana con ninguno de los príncipes tesatrovos, Gavin sintió una oleada de orgullo.
Y ganas de volver a su amada Tesatrova. Ganas de ofrendar su talento y su fuerza a la auténtica corona.
Dudaba que sus altezas estuvieran al tanto de su misión en Aquarctias, así que no sintió inquietud respecto a la posibilidad de ser reconocido. En lugar de eso, permaneció en su lugar, imaginando cómo sería todo si su reina no le hubiera asignado aquella misión en Aquarctias.
Hasta que Hadassah Dubois mencionó su nombre falso y tuvo que dejar de soñar despierto.
Gavin debía admitir que la jugada de la princesa aquarctiana lo divertía inmensamente y que sentía muchas ganas de demostrarle a esa mujer de lo que era capaz, pero no era solo eso lo que debía atrapar su atención... Como si aquel banquete fuera un rompecabezas, él debía descubrir cuál era la imagen completa. No podía sacrificar eso solo para demostrarle a la princesa que podía ganar.
¿Qué era lo más conveniente para su objetivo?
—Será un honor servirle, su alteza —le dijo a Hadassah Dubois con una reverencia, para luego hacer lo propio con Sergei Moccia—. Estoy a su disposición. ¿Desea que yo dispare primero?
El príncipe caeliryano sonrió ampliamente.
—No, mi hombre lo hará —respondió, visiblemente satisfecho por tener la última palabra—. Caruso, adelante.
Gavin se dirigió al lado este del jardín, donde los siervos de Caelirye ya habían implementado lo necesario para la competencia de tiro al blanco. Recibió el arco y la flecha que usaría, probando la tensión de la cuerda y estudiando el viento. Caruso hizo lo propio, y Gavin no pudo dejar de notar que el hombre parecía familiarizado por el arco que portaba. Probablemente fuera suyo.
—Dispara, Caruso —ordenó el príncipe caeliryano.
La flecha silbó y se clavó en el blanco de tiro, justo en la línea entre el círculo central y el área número diez. De no haber sido por el viento, habría dado en el centro exacto. La mente de Gavin trabajó a toda potencia.
—Tocó el objetivo. Su hombre va a tener dificultad para mejorar ese tiro, su alteza —comentó Sergei Moccia a Hadassah Dubois, con una sonrisa presuntuosa.
Si ganaba Sergei Moccia, un baile y vergüenza para la nobleza al comer de pie.
Si ganaba Hadassah Dubois, un favor y la nobleza comería en la mesa del príncipe.
—¿Verdad? Buena suerte, Caballero Leroy —concordó la princesa heredera de Aquarctias, con una voz que dejaba notar lo mucho que esa situación le divertía.
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BK: Butterfly's Kiss
SpiritualPuedo ser el mejor instrumento, su alteza. Si usted realmente pudiera creer que yo estoy de su lado... Si usted realmente creyera que soy su amigo y no su enemigo, yo crearía la nación más hermosa para usted. *** De la misma manera os digo que hay g...