Veinte años después
La puerta estaba ante él, pero él no se atrevió a atravesarla en primera instancia. Toda su familia le esperaba afuera, listos para felicitarlo por el final de su prisión domiciliaria. Ellos lo abrazarían y dirían "¡enhorabuena, ya no tendremos que celebrar todas las festividades aquí por ti!". Gavin sonreiría agradecido, reiría con ellos, abrazaría a sus hijos y besaría a su esposa.
Eso estaba bien —más que bien, de hecho—, pero él necesitaba salir de su prisión domiciliaria de manera mental primero. Habían pasado muchos años desde que había pedido a su esposa y a la reina Anouk poder recluirse en la casa noble Renard, así que... la idea de ser totalmente libre era extraña.
Desde que recordaba, Gavin Renard siempre había tenido grilletes. Primero se había tratado de la presión que significaba tener que demostrar que era digno del apellido Renard y tener que ganarse un lugar en su propia familia. Luego se había tratado del peso que significaba Gavin Leroy, el engaño que jamás tendría un lugar al cual regresar. Y, finalmente..., la prisión domiciliaria que significaba lo decepcionada que su propia conciencia estaba de él.
Lo cierto era que Gavin no conocía la libertad.
Pero conocía a un Dios que coleccionaba grilletes y que, en los bellos momentos de conversación que tenían, lo hacía sentir auténticamente libre. Ese coleccionista de grilletes le había dado herramientas para que él descubriera la libertad, herramientas tales como una misión imposible en una nación que odiaba y una mujer que se preocupa por la autenticidad. Ese coleccionista de grilletes le había dado dos hijos maravillosos y le había enseñado que la libertad mal usada podía tener un resultado fatal.
Si hubieras hecho lo que tú y yo sabemos que querías hacer esa noche, estas dos personas que amas más allá de lo que la razón puede explicar no existirían. ¿Puedes imaginar un mundo donde ellos no existen, Gavin Renard?
Lo peor de todo era que sí podía imaginarlo, y era el vacío mismo.
Lo cierto era que Gavin, incluso teniendo más de cincuenta años, no se había adueñado por completo de la libertad que Dios le había ofrecido años atrás. Él pensó que debía trabajar para obtenerla, que debía estar listo en todos los sentidos y que debía ganar esa libertad. Por eso había decidido asumir un castigo que lo obligara a pagar la sangre inocente que se había atrevido a derramar.
Lo curioso era que esa libertad no podía ganarse ni merecerse, porque era un regalo. Y, mientras Gavin respiraba hondo y abría las puertas dobles de la casa noble Renard para salir de la prisión física y espiritual que él mismo había creado, se preguntó durante cuánta vida podría disfrutar plenamente de aquella libertad.
Lo maravilloso era que todavía le quedaban algunos años más.
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BK: Butterfly's Kiss
EspiritualPuedo ser el mejor instrumento, su alteza. Si usted realmente pudiera creer que yo estoy de su lado... Si usted realmente creyera que soy su amigo y no su enemigo, yo crearía la nación más hermosa para usted. *** De la misma manera os digo que hay g...