#EXTRAS: APLOMB OVER SKILLS

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Cinco años después


—¡Sostén la espada con ganas! Así no espantarás a nadie —instruyó la señorita Rossin, señalando a Alvize con un dedo arrugado—. ¿Crees que es una espada o un mondadientes, niño?

Gavin no pudo evitar reír al ver el rostro abochornado de su sobrino. Ya tenía doce años, así que era normal que se le exigiera más en cuanto al manejo de la espada. Sus ojos recorrieron la fila formada por los ocho niños de la familia: Alvize, las dos hijas de Vivian, Eliette, Leonidas y Atticus... Y sus hijos.

Ellos eran la única razón por la cual la señorita Rossin había aceptado dar esa lección, de hecho. Ella se mantenía firme en su postura de no aceptar discípulos que no fueran hijos de Gavin. Básicamente, aunque la lección era para todos los niños que se habían reunido en la casa noble Renard, su instructora solo estaba observando a dos: a Eleanor y Tybalt.

Cuando la lección terminó, Gavin vio que Leonidas se ponía a jugar con Carla y Lucía —así se llamaba la hija menor de Vivian— y que Eleanor intentaba que Eliette tuviera un duelo de espadas con ella. Atticus y Alvize le pidieron permiso para ir a la casa noble Horvath, lo cual él no dudó en conceder.

—Llamaré a Orestes para que los lleve. Espérenlo en la salida —indicó, complacido porque Atticus finalmente estaba aprendiendo música de manera oficial—. Diviértanse en clase.

—¡Lo haremos, su majestad! —exclamó Atticus, antes de seguir a Alvize.

Por un momento, Gavin añoró ser llamado "Caballedo Ledoy".

Qué rápido pasaba el tiempo.

—Es tu hija.

Gavin giró el rostro hacia la señorita Rossin, quien se había parado a su lado. Ella mostraba una sonrisa torcida, como cuando encontraba algo interesante que moldear con sus propias manos.

—¿Eleanor? —inquirió él, mirando cómo Eliette se aburría de luchar y Carla tomaba su lugar—. ¿Está segura, señorita Rossin?

Carla empezó a soltar los comentarios de siempre, pero a Gavin le complació ver que su hija no caía en sus provocaciones. Estaba muy enfocada en ganarle a la otra niña como para detenerse a contestarle. Lo sorprendente no era su habilidad con la espada, era su aplomo.

—Lo estoy. Sé reconocer la aptitud cuando la veo —contestó la señorita Rossin, señalando el combate de ambas niñas con una risa ligera—. Mira. ¡Ya ganó tu hija!

BK: Butterfly's KissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora