Capitulo 10

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Mi vida había dado un giro inesperado. Se corroboró que mi padre había muerto. Me sentí un poco culpable por creer que él tenía otra familia y que estaba inventando todo ese espectáculo.

Al menos hasta ese momento no supimos de ninguna otra familia, simplemente la policía nos notificó la noticia y nos llevó hasta el estado donde lo habían encontrado.

Sinceramente se me hizo muy rápida la forma en la que nos localizaron. Generalmente han encontrado cuerpos de personas desaparecidas hasta varios meses después. Pero a nosotras nos avisaron al siguiente día por la mañana. Tal vez es verdad su puesto en el gobierno y usaron esa influencia para llevarnos esa información.

Cualquiera que haya sido el caso, se puso peor de lo que imaginé. A mí madre no le cayó nada bien la noticia. Por obvias razones quedó en shock y no había nada que yo pudiera hacer. Ella debía asimilar las cosas por si misma.

Quedé como responsable de todo eso. La policía me pedía viajar para reconocer el cuerpo y poder hacerme cargo de la cuestión funeraria.

Mi cabeza aún no podía asimilar que mi padre había muerto y fue mejor así, de lo contrario no podría hacerme cargo de la situación y de mi madre al mismo tiempo.

No sabía cómo viajar, la policía solo me dió la notificación pero no me ofrecieron ninguna ayuda. Pensé que si él trabajaba en el gobierno, quizá podían ayudarme con un tipo de seguro o algo así. Pero al no saber ni donde trabajaba, me era difícil moverme.

Pensé en no hacer nada, no viajar y no ocuparme de su cuerpo. Todo eso esperando que las cosas se resolvieran por si solas.

Dos cosas me impidieron hacerlo, la primera fue la petición de mi madre, quien es su delirio entendió ese detalle y me pidió ir.

La segunda cosa fue el remordimiento mental. Si bien no estaba exento de lo que yo le acusaba, que era abandonarnos. Había exagerado un poco en como lo clasifiqué después de sus llamadas. Él si había estado estado trabajando y yo solo lo culpé y acusé indebidamente.

Mi madre también me hizo saber que él siempre envió dinero así que no hubo mucho problema económico.

Mi misión estaba clara, debía ir a Guadalajara para arreglar los asuntos de mi padre y no solo eso, también necesitaba dejar a mi madre en buenas manos pues estaba en riesgo constante de entrar en crisis, tenía que estar bajo supervisión.

Parecía que el cielo mismo me había escuchado. Casi cuando me disponía a salir, con mis muchos problemas, para pedir ayuda a una vecina, un carro muy lujoso se detuvo afuera de la casa.

Creía que serían más problemas pero fue todo lo contrario. Esteban, mi enamorado de prepa había ido ahí.

No se bajó del auto hasta estar seguro que yo le recibiría. Para eso envió a uno de sus hombres para tocar en mi puerta.

Yo vi todo desde la ventana y al tocar salí rápidamente.

—Señorita Miriam, el señor está en el auto esperando oportunidad de hablar con usted.—Esta vez no era uno de sus guaruras. Este hombre parecía más académico que militar.

—Siento mucha pena por esto.—Respondí ilusionada de verlo ahí.—Estoy pasando por un situación familiar muy fuerte, me temo que no le podré atender.

—Él lo sabe. Por eso ha venido hasta aquí.

Me impresionaron bastante sus palabras. Para empezar ¿Cómo se había enterado de mi situación? Tenía mucho tiempo sin ver a mi padre. No pude entender.

Supuse que al ser el presidente podía investigar cualquier cosa, el gobierno ciertamente nos tenía a todos vigilados.

En segundo término me halagué puesto que había demostrado un gran interés por mis cosas. Se arriesgo a ir hasta a mi casa, con el problema de ser visto a mi lado… en verdad le importaba.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora