Capitulo 31

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Conforme el tiempo pasó, el ruido se hizo más intenso, tanto porque se acercó y porque no era uno, si no varios vehículos.

Me quedé ahí, muy cerca para poder monitor sus movimientos y así encontrar el momento ideal para salir de ahí.

Ví llegar a varios cuatrimotos, de esas ideales para el terreno en el que estábamos. Debió costarles mucho menos trabajo llegado ahí que a mí.

Se veían muy modernas, distintas a las. que había visto en campamentos o salidas de paseo. Estas parecían robots andantes, unas que traían localizador y radios, cosas muy modernas a las cuales unos pocos tenían acceso.

Los hombres que se bajaron tenían muchas similitudes con los que trabajaban para Esteban, así que entendí que venían de su parte.

Pude reafirmar esto gracias a que llegaron directos al auto y no a mí. Supe entonces que le habían colocado un rastreador o algo así. Estaba claro que Esteban no me iba a dejar hacerlo sola. Nuevamente había caído en una de sus trampas. Había guiado a aquellos hombres hasta el maletín.

Llegaron un poco tarde, aquel maletín ya estaba en mi poder y por más que buscaran no se los daría. Al menos no en ese momento, pues seguramente no iba a poder salir de ahí usando el auto y caminar hacia una salida sería muy complicado.

Si me quedaba ahí por muchos días seguro acabaría cediendo por el hambre o cansancio, si no sucedía que me atraparan primero.

Tuve que cambiar drásticamente la estrategia debido al movimiento que presentaba el gobierno. No sabía si una vez que tuvieran el maletín ellos optarían por matarme, pero no me iba a arriesgar. Oficialmente yo era enemigo de aquellos hombres.

Con esto en mente, comencé a diseñar un plan para poder escapar de ahí. Este consistía en esperar a que se alejaran de uno de esos vehículos. El resto sería sencillo, solo tenía que escapar de ahí hasta encontrarme con un terreno en el cual pudiera fugarme.

Para este plan aún estaba el problema de que ellos tenían más de esos vehículos, así que primero tenía que deshacerme de ellos.

Necesitaba que se alejaran de ahí para poder dejarlos inutilizados. ¿Qué sabía yo de mecánica? Absolutamente nada, pero era más que evidente que si yo les ponchaba las llantas o les sacaba la gasolina, no me podrían alcanzar.

Me convertí en una mujer aventurera, harta de que mi vida corriera peligro, así que no me quedó más remedio que arriesgarme.

Al poco tiempo noté que todos se habían ido de ahí con la intención de buscarme.

Nada de eso hubiera sido posible sin el descuido que tuvieron al irse de ahí todos. Me dejaron el terreno servido para que yo hiciera lo mío.

Me acerqué y comprobé que las llantas eran muy resistentes, no me sería nada fácil poncharlas como había imaginado.

Tuve que recurrir al plan número dos que era extraer la gasolina.

El miedo y la adrenalina hicieron una gran combinación al acelerar mis sentidos. Principalmente el de la vista ya que con este recorrí rápidamente la estructura del vehículo así como en ocasiones volteaba para cerciorarme de que nadie iba a mi ubicación.

Encontré lo que buscaba y analicé la forma de quitarme el problema. Era cuestión de cortar una manguera para que la gasolina saliera por debajo. Sonaba muy sencillo si no fuera porque no tenía como hacerlo.

Tuve que buscar en las cosas de aquellos hombres. El vehículo contaba con un apartado en el cual venían algunas herramientas. Encontré unas pinzas, las cuales me sirvieron para lograr mi objetivo.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora