Capitulo 11

65 14 0
                                    

El día estaba comenzando. Mi blusa roja con mi pantalón café hacían el juego perfecto en combinación y para ese clima caluroso. Además de permitirme estar lo bastante cómoda para desempeñar las actividades ajetreadas.

En todo ese tiempo no me había dado a la tarea de pensar en cómo me veía o si estaba presentable para Esteban. La vanidad se había quedado muy atrás en ese momento.

Mi rostro se puso un poco apático, la pregunta de Estaban me había hecho entrar en la realidad sobre el asesinato de mi padre. No tenía idea de su vida pero en esta ocasión me había puesto a cuestionar quién podrá odiarlo tanto como para matarlo. Se supone que en su trabajo era querido y respetado. Quizá había algo de lo que yo no me había enterado y me llamaba mucho la atención en por qué tuvo ese destino. Tenía que investigar.

No tanto por las razones comunes, necesitaba saber que mi madre y yo no estaríamos en peligro tras aquello.

—Pues ahora que lo mencionas.—Dije muy desanimada.—Mi madre mencionó algo así como que lo estaban siguiendo para matarlo. Yo creía que eran historias de él para evadir la responsabilidad de venir a casa pero resultó ser verdad… Lo mataron.

—Pero ¿Quién pudo hacer eso?, ¿por qué?

—Se tan poco de la vida de mi padre que no puedo responderte esas preguntas.—Estaba ida en mis pensamientos al contemplar con mayor claridad tan extremo caso.—Su vida siempre fue un misterio para mí, no tengo mucho que decir.

—¿En serio nunca fueron unidos?—El tono de voz que usaba era de alegría, como si estuviera leyendo el desenlace de su historia favorita.—Cualquiera pensaría que eras la persona de mayor confianza para él.

—¿Por qué lo dices? No lo entiendo.

Nuevamente Esteban se comunicó de manera visual con el secretario. Fueron señales que no entendí para nada, me pareció otra vez que lo estaban controlando. Aunque quizá era solo que Esteban era malo para hablar y su secretario le ayudaba para no meter la pata, si ese era el caso, vaya que lo necesitaba. Sus preguntas no eran tan ideales como para escucharse en ese momento.

—Me refiero a que si eres su única hija, es normal que ponga toda su atención en ti.—Dijo queriendose excusar de su mal comentario.—Es algo normal, pero supongo que no todos los casos son iguales. Discúlpame si te ofendí.

—Si, tienes razón. No te preocupes.—Respondí intentando hacer las pases.—Me imagino que no es normal encontrarse con una persona cuyo padre la abandonó.

—No se confíe señorita. —Interrumpió su secretario nuevamente dando a confirmar que era muy bueno para hablar.—Hay muchas personas que han pasado por eso, incluído yo.

—¿De verdad?—Pregunté muy comprensiva.

—Si, mi padre nos dejó pues mi mamá era su amante por así decirlo.—Su tono era muy normal, parecía que esa situación ya no le afectaba en absoluto.—Obviamente no iba a su esposa, así que tuve que crecer relativamente solo.

—Entonces usted me entera.—Cuando hay algo en común, es inevitable no sentirse atraída a hablar con esa persona. Aunque sea para liberar penas.—Hasta el día de ayer, siempre creí que mi padre tenía otra mujer o familia.

—Me alegra saber que aclaró su situación con él y que por lo menos pudo limpiar su nombre.

Se hizo un silencio, de esos incómodos que ocurren cuando nadie tiene nada más que decir.

Yo me puse nerviosa, sabía que tenía que decir algo para entretenerlos y que no se sintieran mal. Se me hizo muy extraño que él, con su agenda tan ocupada, no se hubiera ido ya.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora