Capitulo 37

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El lugar no estaba nada mal para ser una celda. Al gobierno le gustaba consentirme después de todo. Tenía buen clima, la cama era cómoda, un baño para mí, un espacio grande, una televisión, en fin, me sentía como en casa.

Desafortunadamente el momento no era ideal para relajarme de ese modo. Sabía que en cualquier momento llegaría alguien que cruzaría esa puerta y pasaría algo sorpresivo.

Pensé en mil ideas pero nunca se me ocurrió lo que sucedió a continuación.

Esa si fué una sorpresa muy amarga.

La persona que cruzó la puerta fue la novia del presidente. Llegó sola, lo cual lo hizo aún más raro. En un momento llegué a pensar que llegó hasta ahí para dañarme.

Ella tenía la llave, solo escuché como giró la perilla y me preparé refugiándome al fondo de la habitación.

Cuando entró se quedó justo en la entrada. Me miró desde ahí un poco despectiva. Era evidente que yo le causaba una amenaza en su relación.

—Asi que tú eres esa mujer.—Me dijo mientras me seguía mirando de arriba a abajo.—No eres la gran cosa.

Sus palabras no me causaron ninguna molestia, al menos no de inmediato porque mi mente estaba tratando de asimilar la situación. Hoy en día, aún me hierve la sangre de recordar sus palabras.

Después de unos segundos, por fin avanzó hacia la habitación. Dejó la puerta abierta, al parecer me tenía más miedo ella a mi. La mala fama que me hice por fin servía de algo.

—¿Qué quieres?—Le pregunté con voz firme y dura.

Esa pregunta le impactó pues se detuvo inmediatamente. Entendió que no sería fácil intimidarme.

—Vine a ver a la mujer tonta que se ilusionó con el presidente de la república.—Me lo dijo con un tono odioso que me recordó lo tonta que había sido.—La chica que creyó que él se fijaría en ella.

Yo no le dije nada, debo reconocer que si generó un impacto en mi. Era una mujer muy hermosa, tenía un estilo único hasta para caminar. Se veía muy elegante, de esas presumidas que sus padres armaron hasta los dientes para afrontar la vida.

Si algo tenía que reconocer es que Esteban tenía buenos gustos y esta vez no lo decía exactamente por mi.

Ella continúo con sus ataques verbales una y otra vez, esos que pretendían bajarme la moral y hacerme ver inferior ante ella.

—Yo creo que veniste para suplicar que lo dejé el canino libre.—Dije con un tono burlón en respuesta a su actitud.

—¿Cómo dices?, ¿crees que puedes ser competencia para mí?

A pesar de sus palabras se notaba que tenía mucho nerviosismo, quizá si se sentía amenzada por mi.

—Él jamás se fijaría en ti. Todo fue una broma para sacarte información... lo sabes.

—Pues él no parecía tan bromista cuando teníamos sexo.—A mis mentiras le sumé un tono de prepotencia.—Se veía tan sincero cuando me decía "te amo" después de terminar en mí. No te sientas mal, lo mismo hacía desde la prepa.

—¿Se conocen desde la prepa? No te creo.

Había logrado afectarla. Ahora para ganar ese juego lo único que tenía que hacer era no romperme yo por dentro. Estaba muy cerca de hacerlo al recordar que todo era mentira.

La mujer se quedó callada, no sabía nada de nuestra historia y era mi oportunidad para montarle toda una obra con información falsa sobre nosotros.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora