Capitulo 39

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Ahí estaba yo, viviendo la adrenalina al máximo en aquella persecución. ¿Quien diría que estaría persiguiendo a mi novia después de unos meses hermosos de relación, por traición?

Sonaba demasiado tonto pero era verdad. Ella había estado jugando conmigo todo ese tiempo.

Sus te quiero, sus besos, las preocupaciones, los momentos que pasamos, todo era parte de su plan para estar cerca de mi. ¿Cómo lo supe? Porque la mujer con la que había estado jugando yo, me lo dijo.

Ya se que puede sonar un poco karmatico pero yo no jugué con Miriam, al menos no del todo.

Desarrollé por ella un sentido de amor que muy pocos entenderían. No estaba seguro de amarla pero tenía los síntomas que se tienen cuando nace el amor.

Miriam no era mala mujer, todo lo contrario. Era una persona fabulosa y me lo acababa de demostrar con ese acto de lealtad que tuvo conmigo.

A pesar de todo el daño o que le hice, ella había rechazado la oportunidad de irse a vivir a otro país y entregarme al gobierno extranjero. No me traicionó, se mantuvo fiel a mi.

Estaba claro quien era la mujer ideal, la que había elegido por su estatus e inteligencia, lo estaba usando para controlarme.

"¡Qué estúpido soy!

No paraba de gritarme eso mientras el chófer conducía a máxima velocidad para alcanzarla.

En el auto íbamos seis personas, el chófer, tres guardias, Miriam y yo.

Los hombres estaban preparados para actuar en cualquier momento. La acción era su vida y últimamente también la mía, así que yo también estaba listo.

La persona que también pude notar consumida por la adrenalina fue a Miriam. En sus ojos podía verse un brillo muy interesante al perseguirla. No puedo decir si era por un motivo personal o porque se dejó llevar por el momento siendo ella un intento de heroína.

Si todo salía bien, seguro se convertiría en una.

Movía constantemente sus dedos haciendo figuras con ellos mientras los entrelazaba.

Su mirada estaba fija en sus manos. Muy pocas veces giró su cabeza para mirar el camino.

Me hacía sentir bien el tenerla a mi lado, por algún motivo me daba seguridad, una que había estado necesitando siempre.

Sería una ironía muy grande el haber tenido tan cerca lo que siempre necesite. Muchas veces la evadí e incluso la utilicé, pero ahora me di cuenta que pudo ser la mejor aliada desde el inicio.

Los demás autos estaban detrás de ella. La carretera tenía salida hasta una distancia considerable. Confiaban que a máxima velocidad la podían alcanzar.

Se nos ocurrió enviar a la policía estatal para cerrar el camino y si ella llegaba hasta ahí, la atraparían.

La única opción que tenía era tomar un retorno que la llevaría de regreso evitando todo eso.

Ahí era donde entrabamos nosotros. Gracias al atajo que tomamos, podríamos llevar e interceptarla en ese punto.

No pudimos contar con refuerzos pues el caos en el país aún seguía onligandonos a eso. La policía aún no estaba totalmente operativa y el resto de militares estaban en misiones contra los rebeldes que aún quedaban.

Pedí que un helicóptero la siguiera y detuviera su paso... siendo el presidente de este país me da vergüenza decir que no llegó ninguno. Mil pretextos llegaron mientras mi desesperación por escucharlos aumentaba.

Lo único que teníamos para contraatacarla era que cayera en la trampa y la policía la capturara o que nosotros la encontramos de frente.

—Tranquilo, todo va a estar bien.—Me dijo la dulce Miriam mientras tocaba mi mano suavemente.—Estresarte no te traerá nada bueno.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora