Capitulo 3

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Esteban llevaba un año y medio en la presidencia, restaban más de cuatro años para mantenerse ahí. Si yo lograba ser su novia y después su esposa, aún tendría mucho tiempo para disfrutar todos los placeres que conlleva...¿Incluirá responsabilidades? Me imaginé que si y muchas. Como todo es política y viendo a las anteriores primeras damas, tendría que hacer una cara para ser aceptada socialmente.
Si, mi mente estaba divagando mucho en aquellos momentos pero ¿Quién podría culparme? Él me buscó a mi así que tenía todo el derecho de estar pensando en esa situación y los beneficios.
Me quedé parada en aquella calle como niña mirando al cielo, me dí cuenta hasta que varias personas me observaron pensando que algo me pasaba así que tuve que reaccionar al sentirlos e irme de ahí.
Olvidé toda la rutina de mi día. Me fuí directo a mi casa para prepararme.
La cita sería al otro día por la noche pero esta vez quería ir bien preparada. Obviamente no le conté a nadie sobre lo que pasó, no pensaba negar que saldría pero no diría con quién.
Mi madre, la persona con la que vivía era muy perspicaz así que solo debía decirle que iba con un amigo o algo así. Si esto pintaba para algo serio, ella sería la primera en saberlo.
Suspendí mis actividades para ir al estilista, pintarme el cabello, ponerme uñas, una mascarilla, etc. Todo lo necesario para ir espectacular.
Llamé a mi amiga para pedirle que me acompañara de compras. Necesitaba ropa nueva y muy elegante para salir con el presidente. Primero tuve que imaginarme a dónde me llevaría, busqué en internet restaurantes caros y lujosos en la ciudad, de esos a los que solo va la alta sociedad.
Al mirar en internet, me aparecieron solo algunos pues al ser de alta sociedad también son privados y reservados, solo los elegidos pueden asistir y no cualquier persona, así que la información no estaba disponible del todo, pero los que ví me funcionaron perfectamente para darme una idea de lo que me esperaba ahí, en especial de los precios que eran bastante elevados, quizá con dos o tres meses de mi sueldo podría pagarlos.
Toda esa situación me llevó a pensar si podría con aquello, lugares finos, fama, etc. Creo que para recibir eso tendría que dar algo muy grande hacía él. Por mucho que le gustara, la presión que ejercían en él para cuidar sus intereses debía ser mucha, aún sin estar en ese medio era evidente.
Me sentí un poco motivada para crecer como persona, se me había presentado una oportunidad única y no la iba a desaprovechar. Pensé en miles de cursos y opciones aunque todas se veían muy lejanas. Así que lo único en lo que me podía ocupar era en mi alcance en ese momento… ponerme bella.

—Amiga acabo de conocer a un hombre impresionante.—Le conté por teléfono a Melisa, mi mejor amiga.—Necesito estar genial para mañana en la noche. Por favor cancela todos tus planes y acompañame a la estética y a comprar ropa.

—Tranquila, cuéntame que pasó, ¿Dónde lo conociste?—Me respondió siguiéndome la conversación.

—Esa historia te la contaré luego con exactitud, basta con decir que es un ex conocido.

—Conozco a todos tus ex y no creo que te pongas así por algo de ellos.—Se quedó pensando un momento.—Si a caso por Roberto pero creí que ya lo habías superado.

—Obvio que si.—Dije con un tono serio.—Nada que ver con él. Además dije un ex conocido no un ex novio.

—Osea que es alguien que no te has dado.—Dijo burlándose.—O quizá si y solo fue una aventura.

—¿Me vas a acompañar o seguirás tratando de adivinar?—La ansiedad me consumía y sus cuestionamientos me retrasaban.

—Si, si. Déjame terminar unas cosas y te veo en la plaza.

—Ok amiga, no tardes por favor.

Colgamos y al hacerlo la emoción se apoderó de mi. Tenía mucho que no me sentía así, desde Roberto como bien dijo ella. Con él aprendí a ya no ilusionarme demasiado pero ahora todo se había roto, estaba completamente ilusionada, sin darme cuenta ya se había apoderado de mi el espíritu del encanto.
El resto del día pasó muy rápidamente. Ví a mi amiga, me ayudó bastante al elegir la ropa. No le conté a detalle quien era, solo le mencioné que lo conocí en la prepa y que ahora tenía un puesto muy importante, por lo cual me tenía que ayudar a verme elegante lista para el lugar donde sería la cena.
Después de eso fuí con la estilista que ya me esperaba y me sugirió incluso un cambio de look, todo con la intención de impresionar a ese hombre de mi pasado que había venido a sacudir mi presente y con él que deseaba tener un futuro. Todo eso por tan solo una cita y una reunión inesperada.
Al final del día ya estaba lista y bastante nerviosa para ir a esa cena, donde lo volvería a ver.
Mi día había sido muy placentero. Falté a mi trabajo y me deshice de mis demás compromisos para no ocuparme en nada más que aquella cena.
A las pocas horas me arrepentí pues no tenía nada más por hacer que estar pensando en que la hora llegara. Miraba el reloj a cada instante para comprobar que tan rápido avanzaba pero esto solo me generaba más estrés al ver que no lo hacía como yo deseaba.
Busqué una forma de entretenerme. Mirar la televisión fue una de ellas. Encontré un programa de concursos en el que los participantes necesitaban dar respuestas a preguntas.
Durante los comerciales lo ví, el presidente salió dando un pequeño discurso sobre su eficacia en su mandato y la lucha contra la delincuencia. Por primera vez miré de distinta manera esos comerciales políticos, ya no dije el típico "Ay si como no, si ustedes nunca hacen nada"
En esta ocasión el comercial me llenó de más intriga. Quizá ya estaba pensando cómo alguien perteneciente a su equipo y su vida.
Me salió mi parte crítica de belleza, opiné sobre su look el cual para mi se veía un poco anticuado aunque muy formal. La luz y los efectos de televisión le sentaban muy bien aunque en persona no se veía nada mal.
Luego imaginé el estrés que debería sentir en su puesto político y me visualicé a su lado, dándole apoyo emocional por ello.
Me fuí aún más a lo que la imaginación seduce cuando hay una idea con varias puntas por explorar. Me ví a mi misma saliendo en la televisión como la primera dama, aunque también con mis propias actividades. Quizá no políticas si no humanitarias. Algún papel necesitaría jugar pues no me la iba pasar de mantenida permitiendo que la gente hablara mal de mi.
Desperté de mi fumada historia cuando el programa de concursos regresó a la acción. Sin quererlo me estaba pegando demasiado esa situación. Apenas lo podía creer, tendría una cena con el presidente quien resultaba ser algo así como un ex que no me había superado.
Con todo eso en mi mente reaccioné para decirme algo muy importante que se me había pasado.
"¡Qué distraída, no contacté a su trabajador para confirmar la cena"
Corrí rápidamente a mi habitación para buscar la tarjeta que me dió. Me volví loca en ese momento, aunque sabía donde la había guardado. El terror y las prisas se apoderaron de mi así que estaba nerviosa.
Fuí a mi cajonera, la guardé en el primer cajón en la orilla. Respiré profundamente en el momento que la sentí con mis dedos y aún más cuando mis ojos la vieron.
De inmediato saqué mi celular para guardar el número y hacer la llamada. Después de eso llamé esperando la respuesta y seguir confirmado que no era una broma. El teléfono sonó hasta que me envió a buzón. Esos me hizo molestar un poco pero insistí llamando nuevamente.

—Diga...—En esta ocasión si me respondieron. Aunque con una voz muy seria y seca.

—Hola buen día.—Quise verme muy educada al hablar.—Soy Miriam, ayer visité la casa del presidente y me pidieron lla...

—Se quien eres. No digas más.—Me respondió muy misterioso. —¿Decidiste ir a la cena?

—Si señor, estaré ahí esta noche.—Dije sintiéndome un poco tímida.

—Muy bien. Alístate que pronto llegará alguien por ti.—Su tono de voz era muy rudo, como si fuera requisito serlo.—En cinco minutos te enviaré una ubicación a dónde debes ir para que te recojan.

—¿No será en mi casa?—Pregunté tontamente pues ya conocía la respuesta de aquello.

—No, el procedimiento así lo indica. Esto es por muchas razones.

Se soltó a decirme rápidamente cuando yo ya lo había comprendido. Solo me puse nerviosa con la llamada. Es un protocolo muy avanzado, además no esperaría que una limosina presidencial llegara a mi vecindario.

—Si...entiendo.—Respondí con tono de fastidio al escuchar su sermón.

—Bueno entonces es un hecho. Quédate al pendiente para recibir la ubicación.

Me colgó el sujeto. Fue muy frío al hacerlo, o quizá yo estaba acostumbrada a la cordialidad de por lo menos decir "hasta luego"
Eso me dejó más molesta que satisfecha pero lo pasé por alto. Me quedé inmóvil ahí hasta que pasaron los cinco minutos y recibí la ubicación. Necesitaba eso para saber hasta dónde me tendría que ir y cuánto tiempo me llevaría llegar.
Fue muy puntual en hacerlo, tardó exactamente 4.59 minutos en llegar la ubicación de un número desconocido. Abrí de inmediato el mensaje de texto y seguí el enlace que ahí venía.
Abrió en mi celular la aplicación del mapa y pude ver que estaba muy lejos de ahí. Por una parte me agradó pues así haría tiempo hasta llegar a la cita. Por otra parte me molestó el hecho de tener que trasladarme hasta ese desconocido lugar.
Estaba casi a las afueras de la ciudad y eso ya es mucho decir para mí. ¿De verdad esto será así de misterioso por siempre? Me preguntaba como reproche.
Sin importar eso, era una oportunidad que no iba a dejar pasar así que no le dí más vueltas para comenzar a mirar el como irme.
Quería mucho mi carro, pero en ese momento comencé a notar que quizá no sería tan lujoso como lo ameritaba. Consideré la opción de rentar uno para verme más elegante y exitosa. Pero pensé que no me la pasaría mintiendo o rentando siempre, así que decidí ir en mi Honda fit para allá.
Con todo listo y con la hora por llegar, salí de casa para dirigirme hasta ahí. Quizá llegaría un poco antes, pero preferí esperar ahí que en la casa.
Salí y me subí al carro. Puse la música que me gustaba, instalé el celular para irme guiando con el mapa y arranqué hacia el que sería mi nuevo destino. Claro que iba muy nerviosa y aún desconfiaba de lo que pasaría ahí, pero traté de pensar lo más positivo que pude para disfrutar y no echar a perder está maravillosa oportunidad en mi vida.
Mi madre, quien era la persona con la que vivía, no estaba en casa así que solo le envié un mensaje avisándole que saldría ocultando claro, mi gran aventura.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora