Capitulo 34

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El plan era ir a la capital para instalarnos y desde ahí hacer un nuevo plan.

Mi novia entró a la habitación para ofrecerme consuelo. Nunca la había visto tan desatenta con su trabajo, ahora solo se entregaba a mi.

Tenía unos deseos muy grandes de hacerla mía y estos aumentaban cada vez que la veía.

Me sentía muy frustrado por no poder saciar mi apetito con ella.

—He escuchado lo que sucede.—Me dijo mientras se sentaba en mis piernas sin importarle que la vieran. Al parecer también tenía deseos fuertes.—¿Qué piensas hacer?

—¡Qué rápido corren los chismes!—Exclamé molesto. —Por ese motivo es que el enemigo conoce las estrategias.

—No los culpes, con la guerra se han puesto nerviosos.

Ella tenía razón, la guerra era algo que había cambiado a todos, incluído a esos hombres extranjeros que deseaban apoderarse del país.

Tenía que hablar yo mismo con los otros presidentes, tener muy claro quienes seguían siendo mis aliados y quienes no. Era como un inventario antes de la sequía para saber con cuántos recursos contábamos para resistir.

Pedí al secretario que me contactara con ellos, quería hablarles uno a uno en videollamada.

Él se levantó para cumplir con su trabajo, mientras mi novia y yo nos besamos aprovechando la privacidad.

Sus besos eran candentes cómo casi siempre que lo hacía. Tenía una forma muy particular de besarme, lo hacía lento subiendo ambos labios y luego los bajaba, forma que me hacía excitar desde el primer momento.

Si le sumamos que con su mano derecha ella me tomó de mi miembro, nadie podía culparme de perder la cabeza y querer hacerla mía en ese momento.

Para desgracia mía, no se pudo concretar.

Uno de mis hombres entró para interrumpirme.

Ya tenía varios días sin sexo, lo cual comenzaba a ser frustrante.

—¡Señor presidente, tengo noticias importantes!

Me lo dijo con tan entusiasmado como si me hubiera ganado la lotería.

—¿Qué sucede?—Pregunté mientras me limpiaba sus besos.

—La chica del maletín se ha detenido. Llegó a la ubicación por fin.

Me levanté como rayo al escuchar eso. Por unos minutos se me había olvidado la importante misión a la que los había enviado.

Por fin uno de mis planes se podía concretar aunque había aprendido a no cantar victoria antes de tiempo.

Caminé hacia él para que me guiara hasta las comunicaciones.

El radar mostraba la zona, lejos de la ciudad, entre la selva.

Traté de hacer comunicación con ellos pero la señal era muy deficiente, solo me restaba esperar a sus noticias.

Con la cámara de calor pude ver el auto con el chip de rastreo y a Miram bajar de él.

Mis hombres no debían estar lejos así que solo era cuestión de esperar a que ella lo encontrara y después quitárselo.

Calculé un par de horas para que aquello sucediera, así que tenía que distraer mi mente en algo.

—¿Quién es la chica del maletín?—Me preguntó mi novia al ponerse detrás mío.

Me provocó un sobresalto, no me imaginé tenerla ahí, me había seguido y escuchó más de lo que le quería contar.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora