Día 2

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Caricias o toques en cualquier lado.

El bosque lucía una paleta de colores otoñales, sus hojas teñidas de tonos cálidos que crujían bajo los pies de Hyoga y Shun. Se encontraban en un rincón apartado, rodeados por árboles altos y esbeltos que parecían tocar el cielo. La suave brisa del otoño susurraba melodías suaves mientras ambos jóvenes compartían un momento íntimo.

Shun estaba sentado en el suelo, sus piernas dobladas bajo él, mientras que Hyoga se acomodaba detrás suyo, formando un cómodo refugio. Los rayos del sol filtrándose entre las hojas creaban destellos dorados que iluminaban su entorno. Con un suspiro de satisfacción, Shun apoyó su cabeza en el pecho de Hyoga, sintiéndose seguro y en paz en sus brazos.

Las manos de Hyoga se deslizaron suavemente por el cabello de Shun, sus dedos recorriendo los mechones oscuros con ternura. Cada caricia era como una promesa silenciosa de apoyo y cariño. Shun cerró los ojos, dejando que las sensaciones lo envolvieran por completo. Era como si el tiempo se hubiera detenido, dejándolos a solas en ese rincón mágico del bosque.

Con un susurro apenas audible, Hyoga rompió el silencio. —Shun, ¿estás bien?

Shun asintió suavemente, incapaz de encontrar las palabras para expresar lo que sentía en ese momento. Las caricias de Hyoga lo llenaban de una calidez reconfortante que disipaba cualquier inquietud. —Sí, Hyoga. Estoy mejor de lo que podrías imaginar.

Hyoga sonrió, sintiendo el latido tranquilo del corazón de Shun contra su pecho. Sabía que este era un momento especial, un momento en el que podían olvidar sus preocupaciones y simplemente estar el uno para el otro. Dejó que sus dedos se deslizaran desde el cabello de Shun hasta su mejilla, acariciándola suavemente.

Mientras tanto, las manos de Shun recorrieron las rodillas de Hyoga con movimientos suaves y reconfortantes. La textura de la piel bajo sus dedos era un recordatorio tangible de la realidad de su conexión. Shun levantó la vista hacia el rostro de Hyoga y le regaló una sonrisa sincera, llena de gratitud y amor silencioso.

El murmullo del viento en las hojas parecía llevar consigo sus pensamientos y emociones, como si el bosque mismo estuviera guardando su secreto. En ese momento, no existía el mundo exterior, solo eran ellos dos, compartiendo un momento de complicidad y afecto en medio de la naturaleza.

Hyoga inclinó la cabeza ligeramente para presionar un beso suave en la frente de Shun, sellando su promesa de estar siempre ahí para él. —Shun, eres importante para mí. Siempre estaré aquí para apoyarte.

Las palabras de Hyoga resonaron en el corazón de Shun, llenándolo de gratitud y amor. Levantó una mano y entrelazó sus dedos con los de Hyoga en sus rodillas, sellando su vínculo en un gesto sencillo pero profundo.
—Gracias, Hyoga. Tu amor significa el mundo para mí.

Permanecieron en silencio, dejando que sus emociones fluyeran entre ellos en el suave murmullo del bosque. El sol seguía descendiendo en el horizonte, tejiendo una atmósfera dorada y mágica a su alrededor. Se sentían en paz, en sintonía con la naturaleza y entre sí.

El otoño continuó su danza tranquila mientras Hyoga y Shun compartían ese momento especial. Las caricias seguían fluyendo, como un lenguaje silencioso que solo ellos entendían. El viento susurraba secretos de la naturaleza mientras las hojas caían a sus pies, marcando el paso del tiempo.

Finalmente, Shun se puso de pie, extendiendo una mano hacia Hyoga. —Vamos, Hyoga. Deberíamos volver. Pero siempre llevaré este momento en mi corazón.

Hyoga tomó la mano de Shun y se levantó con él, sus ojos azules encontrándose con los de Shun. —Yo también, Shun. Siempre.

Tomados de la mano, emprendieron el regreso, llevando consigo el recuerdo de su tarde en el bosque otoñal, donde las caricias y los gestos simples habían tejido un lazo indeleble entre ellos.

30 días con Hyoga y Shun. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora