Día 13

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Comiendo helado

El sol de la tarde pintaba el cielo con tonos dorados mientras Hyoga de Cisne y Shun de Andrómeda se aventuraban fuera del Santuario. Habían dejado atrás sus armaduras y responsabilidades por un tiempo, en busca de un pequeño momento de escape en medio de su arduo entrenamiento y deberes como futuros Caballeros de oro. Su destino era una pequeña heladería en un pintoresco pueblo cercano.

El sonido de campanillas tintineantes saludó a los dos amigos mientras entraban en la acogedora heladería. El aire estaba lleno de aromas dulces y la selección de sabores parecía infinita. Shun miró emocionado el mostrador, sus ojos brillando con anticipación.

—Hyoga, ¿qué sabor te gusta más? —Preguntó Shun, admirando los frascos llenos de helado.

Hyoga miró los sabores con interés y luego sonrió. —Creo que me quedaré con el clásico de vainilla. ¿Y tú, Shun?

Shun consideró las opciones por un momento antes de señalar con entusiasmo el helado de fresa. —Definitivamente voy a probar el de fresa. Siempre ha sido mi favorito.

Después de hacer sus elecciones, los dos Caballeros se sentaron en una pequeña mesa junto a la ventana. El sol entraba suavemente, iluminando sus rostros con una luz cálida. Mientras disfrutaban de sus helados, la conversación fluía naturalmente.

—Es bueno tener un momento de tranquilidad como este. —Comentó Hyoga, saboreando su helado de vainilla.

Shun asintió, su expresión relajada. —Sí, es un recordatorio de que también somos personas con gustos simples y deseos cotidianos.

Mientras compartían anécdotas y risas, la conversación giró hacia recuerdos de sus años de entrenamiento en el Santuario y los desafíos que habían superado juntos. El helado se derritió lentamente en sus conos, pero ninguno parecía preocuparse por ello. Había algo liberador en permitirse este pequeño placer.

—Recuerdo cuando nos conocimos en el Santuario. —Dijo Hyoga con una sonrisa nostálgica. — —Éramos tan diferentes, pero encontramos un vínculo especial.

Shun asintió, recordando esos días con cariño. —Sí, incluso entonces, supe que tendríamos una amistad única. Y aquí estamos, años después, compartiendo un helado juntos, siendo pareja, es como una pequeña cita.

Con el paso del tiempo, el sol comenzó a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con colores cálidos. Los dos amigos terminaron sus helados y se quedaron sentados en silencio durante un momento, disfrutando de la serenidad del momento.

—Creo que necesitamos más momentos como este. —Reflexionó Hyoga, mirando hacia el horizonte.

Shun asintió con una sonrisa suave. —Sí, momentos en los que podamos simplemente ser Hyoga y Shun, sin armaduras ni batallas.

El camarero se acercó para llevarse los platos vacíos, y los dos Caballeros se pusieron de pie con una sensación renovada de cercanía y amistad. Salieron de la heladería con corazones ligeros, sintiendo que habían recargado su espíritu en este breve pero significativo respiro.

Mientras regresaban al Santuario, el cielo se iluminaba con las primeras estrellas de la noche. Hyoga y Shun caminaban juntos, recordando las risas compartidas y los sabores dulces que habían disfrutado. En medio de su deber como futuros Caballeros de oro, habían encontrado un recordatorio de la importancia de cuidarse mutuamente y de encontrar alegría en los momentos simples de la vida.

30 días con Hyoga y Shun. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora