Día 25

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Mirándose a los ojos.

Los primeros rayos del sol de la mañana filtraban a través de las ramas del frondoso bosque, tiñendo todo a su paso con tonos dorados y cálidos. Hyoga y Shun habían encontrado un claro en medio del bosque, un lugar donde la naturaleza parecía suspirar en paz. Sentados en la hierba, compartían un momento de tranquilidad después de las muchas batallas y desafíos que habían enfrentado como Caballeros de Athena.

Hyoga miró hacia el horizonte, sus ojos azules como el hielo reflejaban el resplandor del sol. -Espero que este momento de paz dure un poco más. -comentó, su voz tranquila como el murmullo de un arroyo.

Shun asintió, su cabello verde mecido por la suave brisa. -Es raro tener tiempo para simplemente estar aquí, sin preocupaciones ni enemigos. Me hace sentir agradecido por todo lo que hemos superado juntos.

El sol ascendía lentamente, llenando el claro con su luz dorada. Hyoga notó cómo los rayos acariciaban su piel, creando una sensación de calidez que contrastaba con su naturaleza gélida. Volvió su mirada hacia Shun, y sus ojos se encontraron. En ese momento, algo mágico pareció suceder. Los destellos de luz parecían danzar en los ojos de ambos, como si el sol mismo estuviera respondiendo a la profunda conexión entre ellos.

Shun sonrió, y su mirada se encontró con la de Hyoga. -Es como si el sol mismo estuviera celebrando nuestra amistad y valentía.

Hyoga sonrió levemente, su mirada reflejando una mezcla de gratitud y determinación. -No importa cuán fría sea mi habilidad de controlar el hielo, este sol me recuerda que siempre hay un lugar para el calor en mi vida.

Shun asintió, comprendiendo la metáfora implícita en las palabras de Hyoga. -Y mi conexión con la naturaleza y los demás siempre me trae calor y luz, incluso en los momentos más oscuros.

A medida que el sol ascendía, sus rayos se intensificaron, iluminando sus rostros con un brillo dorado. Los ojos de Hyoga y Shun parecían brillar con una intensidad que iba más allá de lo físico. Era como si sus almas se estuvieran comunicando a través de sus miradas, compartiendo una comprensión mutua que trascendía las palabras.

Finalmente, Hyoga extendió su mano hacia el rostro de Shun, sus dedos acariciando suavemente su mejilla. Shun cerró los ojos ante el contacto, sintiendo el calor de la mano de Hyoga en su piel. Luego, fue el turno de Shun. Levantó su mano y la colocó con ternura en la mejilla de Hyoga, sus pulgares trazando patrones invisibles en su piel.

-Tu amor ha sido como un rayo de sol en mi vida, Hyoga. -dijo Shun en un susurro, sus ojos todavía cerrados.

Hyoga apretó suavemente la mano de Shun contra su mejilla. -Y tu compañía ha sido mi refugio en medio de las tormentas, Shun.

Ambos abrieron los ojos al mismo tiempo, sus miradas encontrándose una vez más. En ese instante, sus almas parecían fusionarse en un abrazo silencioso y profundo. El sol seguía ascendiendo, su luz dorada bañándolos por completo.

El tiempo pareció detenerse mientras se contemplaban mutuamente, sus corazones latiendo al unísono. No necesitaban decir más. Las palabras eran innecesarias en ese momento de conexión pura.

El sol continuó su ascenso en el cielo, y el claro en el bosque se llenó de una luminosidad mágica. Hyoga y Shun se mantuvieron así, con las manos en las mejillas del otro, compartiendo el presente y el pasado en cada mirada intercambiada.

En ese rincón especial del bosque, rodeados por la belleza natural y la luz del sol de la mañana, Hyoga y Shun encontraron un momento de paz y amor inquebrantable. Su amistad, forjada en la lucha y la perseverancia, brillaba tan intensamente como el sol que los rodeaba, recordándoles que a pesar de los desafíos, siempre tenían uno al otro para encontrar calma y fuerza.

30 días con Hyoga y Shun. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora