Día 20

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Bailando.

Los últimos rayos del sol se filtraban a través de los vitrales del Templo de Virgo, tiñendo el recinto con tonos dorados y cálidos. Hyoga y Shun habían pasado todo el día sometiéndose a un intenso entrenamiento, dejando sus cuerpos cansados pero satisfechos. Ahora, en la tranquilidad del atardecer, encontraron un rincón de serenidad en el templo.

Shun recogió su cabello en una cola de caballo alta, dejando su rostro abierto y brillante. Los rizos verdosos que escapaban de la coleta parecían capturar los últimos destellos del sol poniente. Hyoga, con su voz suave y melódica, comenzó a cantar una canción tranquila mientras marcaba un ritmo suave con sus manos extendidas.

—Deja que el viento te guíe, como hojas en el viento, baila conmigo, bajo este bello cielo. —Le cantó Hyoga a Shun.

Shun sonrió ampliamente al escuchar la melodía de Hyoga, su voz creando una atmósfera mágica en el templo. Dejó que la música y las palabras lo envolvieran, y pronto comenzó a moverse al ritmo, dando vueltas y girando con gracia en respuesta al canto de Hyoga.

Los movimientos de Shun eran fluidos y elegantes, como si estuviera en perfecta armonía con la música y el entorno. Cada vuelta parecía liberar la tensión acumulada durante el entrenamiento del día. Hyoga observaba con admiración mientras cantaba, su voz acariciando el espacio y llenándolo de un sentimiento profundo.

—Las estrellas observan, testigos de nuestro baile, dos almas entrelazadas, en este rincón del mundo. —Cantaba Hyoga.

Hyoga extendió la mano hacia Shun, invitándolo a unirse a él en el centro del templo. Shun aceptó con una sonrisa radiante y se acercó, tomando la mano de Hyoga con suavidad. Juntos, comenzaron a moverse en una danza lenta y armoniosa. Hyoga cantaba mientras guiaba a Shun con pasos suaves y giros elegantes.

El atardecer pintaba el cielo con tonos dorados y púrpuras, creando un fondo de ensueño para su baile. Shun cerró los ojos brevemente, dejando que la melodía y el tacto de Hyoga lo llevaran a un lugar de paz y conexión profunda. Cada vez que Hyoga cantaba una nota más alta, parecía elevarse aún más en su interior.

—El tiempo se detiene en este momento de calma, tú y yo bailando, sin razón ni drama. —Hyoga cantaba, mientras Shun más en calma se sentía

Los pasos de Shun eran suaves y ligeros, como si flotara en el aire. Sus ojos brillaban con felicidad mientras danzaba junto a Hyoga, el amor y la confianza entre ellos palpables en cada movimiento. La cola de caballo de Shun se balanceaba con gracia, siguiendo el ritmo de sus movimientos.

Hyoga continuó cantando, su voz llenando el templo con una sensación de serenidad y cariño. El mundo exterior parecía desvanecerse mientras se sumergían en el baile y la música, compartiendo un momento íntimo y especial. Shun se acercó aún más a Hyoga, sus cuerpos moviéndose en perfecta sintonía.

Con cada verso, la melodía parecía tejer un lazo más fuerte entre ellos, un lazo que trascendía las palabras y se expresaba a través del lenguaje universal del movimiento y la música.

Finalmente, la canción llegó a su fin, pero el silencio que siguió estaba lleno de significado. Hyoga y Shun se quedaron en el centro del templo, sus alientos entrelazados, sus miradas reflejando el amor y la conexión profunda que compartían.

En ese atardecer mágico en el Templo de Virgo, Hyoga y Shun habían encontrado un momento de paz y relajación después de un día de esfuerzo. El baile los había unido de una manera única y especial, recordándoles la belleza de su relación y la magia que podían crear juntos.

Mientras el sol se sumergía en el horizonte, sus corazones seguían bailando en armonía, unidos en un vínculo inquebrantable, mientras de daban un ligero beso en los la labios, le recordaban al otro cuanto se amaban y poco después del beso y el baile, ambos fueron a sentarse en la cama de Shun, para poder relajarse y dormir juntos, después de tan agradable velada que juntos habían pasado esa tarde.

30 días con Hyoga y Shun. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora