Epílogo

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Lindsey
Cinco Años Después

Tras muchos e incontables meses de terapia, logré valerme por mí. Desde niña que tuve el acciente no daba un paso siquiera. Tuve rehabilitación por casi un año entero, mis músculos estaban atrofiados pero, él me daba las fuerzas para seguir adelante.

No verlo me hacía daño, me dolía su ausencia tanto que a veces hasta lloraba de noche. Padre escondió el aparato de mí para que me centrara en mi recuperación, siquiera podía hablar con él. Todo salió tal y cómo se esperaba tras los implantes y los impulsos llegaron al instante de abrir mis ojos.

Sentía mis piernas e incluso podía orinar por mi misma, cosa que me hacía completamente feliz. El ejercicio me ayudo muchísmo estos meses, ya podía hace cinco meses correr. Porque a diferencia de los otros dos chicos que también recibieron los implantes, ellos solo llevaban escasos años parapléjicos, cuando yo literalmente una vida entera.

Ahora mismo terminé mi rutina de piernas y estar rodeada de tantas personas me abruma. Chocar con el mundo real es bastante difícil, empezé a asistir a la universidad hace solo dos meses atrás. Estoy estudiando economía, justo empezando el semestre. Aún no me adapto a la vida juvenil.

Todos en clases me miran raro y hasta ahora me cuesta mucho hacer amigos. Río para mis adentros al recordar que aunque seas la dueña de tu propia mente, y crees un mundo ella, tú seguirás siendo tú.

Salgo del gym y sonrío emocionada por la cita que hoy mismo tengo con el experto que hizo el aparato. El mismo que antes de venderlo me dijo los riesgos de usarlo.

Odio que mi padre me corte todas las vías posibles, solo se ha enfrascado en obstaculizar que encuentre al chico de mi vida. Pero a escondidas veré a ese científico y tendré claro de una vez por todas, que sí puedo encontrar a mi roquero aquí.

Voy hasta la casa y tras bañarme salgo evitando encontrarme con nadie. La noche está a punto de caer y al llegar a la ubicación que me mandó, entro dentro de la gran mansión.

—Hola Lindsey —saluda el hombre que me espera fuera con sus manos cruzadas.

Bajo del auto y le sonrío, me acerco a él y le doy la mano.

—Hola señor Halls, un gusto verlo. Vine porque quería agradecer pesonalmente eso que hizo, y me ayudó cuando lo necesité —le digo y me sonríe.

—Me alegra muchísimo ver que al fin se hizo un milagro contigo. Entra preciosa, charlemos dentro —añade y le sigo.

La hermosa casa acapara mi visión ahora, las preciosas vistas al mar tras las ventanas de cristal, hacen que me quede embobada mirando.

Me siento en el gran sofá frente a él.

—Ya dime Lindsey, ¿a qué vienes realmente aquí? —inquiere serio.

—Pues señor quería preguntarle sobre los sueños que tenía —expreso y él centra toda su atención en mí.

—¿Específicamente qué?

—Las personas que trataba en ellos —respondo y su sonrisa se dibuja en sus labios.

—Científicamente está probado que el cerebro no crea rostros. Simplemente son rostros que ya antes hemos visto.

Mi interior brinca feliz al escuchar sus palabras, estuve leyendo sobre el tema.

—¿Dices entonces que todas las personas que veo en mis sueños son personas que existen realmente? —cuestiono para salir ya completamente de dudas.

—Exacto, son personas reales que has visto antes. Sucede que diariamente vemos miles de rostros a nuestro alrededor, en las calles, los bares, los gimnacios y hospitales.

Eres IrrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora