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Lindsey

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Lindsey

Miro por la ventanilla del avión y la ciudad de New York se me hace pequeña. Las cosas vienen a la mente como flashes, Warren al salir de mi habitación me miró de una forma muy sutil.

No sé a qué diablos quiere jugar él, pero ni él es Tom ni yo soy Jerry. Jamás he estado tan cerca de un chico, ni le he dejado pasar los límites que le he permitido a él. Cosa que me preocupa, quiero alejarme pero ese plan del que habla, de engañar a todos y cada una de las personas a nuestro alrededor...

Recorro con la vista la libreta de apuntes, según la guía de estudio todo lo que tengo apuntado irá al exámen. Me centro en las gestiones y mil mierdas que hay escritas ahí dejando pasar así el tiempo.

Algo frío toca mi cuello y me sobresalto, he perdido la noción del tiempo, por lo que veo ya el avión hasta aterrizó. Estoy tan acostumbrada a andar en ellos que ni siquiera me incomoda sus bruscos movimientos. Papá tiene un yet, y los sábados desde que era una cría viajamos juntos a pasar el día en familia.

Luego de unos meses atrás dejamos de hacerlo, porque papá empezó a ocuparse más de sus negocios y no hemos ido más.

—Toma lo necesitarás —me dice el rubio y me tiende el frío pomo de agua.

Lo tomo en mis manos y veo que espera ante mí.

—¿Qué sucede?

—Espero que guardes todo para ayudarte a bajar —repone y bufo al escucharlo.

Me fijo que ya todos están abajo y que solo estamos él y yo. Recojo todo dentro de la mochila y me levanto con torpeza. Casi tropiezo pues es realmente incómodo el asiento con la mesita enfrente. Pero sus manos me agarran fuerte impidiéndome trastabillar. Miro a sus ojos y él a los míos, su aliento choca en mis labios y me siento desfallecer.

Trago grueso viendo como él no deja de mirar mis labios. ¡Joder!

Me enderezo y doy pasos tratando de alejarlo, aquí no hay nadie así que no hay que actuar. Doy pasos con mi mochila al hombro, pero él la toma y se la echa en la espalda. Me agarra de la cintura y salimos, fuera está abarrotado de periodistas.

Warren está cubierto casi de pies a cabeza, lleva unos jeans negros y botas en los pies, una simple sudadera blanca y junto a una gorra tapando todo su cabello, y a gafas cubriendo sus ojos.

La gente casi se abalancha por encima de los hombres de seguridad y aceleramos un poco el paso. El calor que hace en este estado es realmente intenso y sofocante, ahora entiendo la botella de agua.

Subimos al auto y arrancamos, los chicos del grupo nos ven raro. Pero los ignoro a todos, tomo la libreta que antes tenía en la mochila memorizando todo lo que hay en ella.

Llegamos al destino y una casa moderna nos da la bienvenida. Es preciosa, todo de cristal. Nos adentramos y me sumerjo en la primera habitación.

                            ***

Eres IrrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora