capítulo 21

26 4 11
                                    

Las últimas semanas han sido horribles en todos los sentidos. Hace tres días mi jefa decidió que era un buen momento para venir a supervisar como van las cosas y, sinceramente, no la recordaba tan arrogante. No sé si es mi estado de ánimo, pero salvo Alice y Josh, encuentro a todas las personas a mi alrededor bastante irritantes. No he vuelto a hablar con Logan. He intentado mandarle mensajes los primeros días pero no obtuve respuesta ninguna. Lo único que sé es que, según Alice, está bien. Sé que no debería preguntar por él, pero me es imposible no hacerlo. Lo echo de menos.

Jade ha venido a la tienda en un par de ocasiones. Sé que lo hace para provocarme, pero si no hubiese sido por Josh, ya la habría echado a patadas. No puedo entender como una persona puede disfrutar tanto del sufrimiento ajeno. Todo esto, sumado a la situación con mi madre, me tiene la cabeza a punto de explotar. El otro día volvimos a discutir por Pol. Se está convirtiendo en rutina. La cosa fue tan mal que terminé durmiendo en casa de Josh.

Es viernes y estoy metida en el almacén de la tienda haciendo inventario. Estoy agotada, me duele la cabeza y estoy fuera de mi horario de trabajo, cosa que me irrita porque es posible que no me paguen el trabajo extra. Después de revisar que todo está en orden, me deshago de mi uniforme y me enfundo en mi chaqueta. Cojo el bolso y compruebo por quinta vez que las luces están apagadas. Hoy me toca cerrar a mí. Cuando salgo a la calle, el frío se mete en mi cuerpo y me abrazo con fuerza para no perder mi calor corporal, avanzando rápido por la calle. Quiero llegar a mi casa y no ver a nadie. Una música me hace levantar la vista del suelo para darme cuenta que estoy pasando por un bar arrebatado de gente. Hay varias personas fuera, así que agilizo el paso todo lo que puedo, pero una voz llamándome a mi izquierda me hace ladear la cabeza. Cuando descubro a quien pertenece, sigo caminando. El que faltaba.

- Tenemos que hablar - consigue alcanzarme y se posiciona frente a mí, clavando sus pupilas frías en las mías.

- Yo no quiero hablar contigo. Déjame pasar.

- No – puedo sentir su olor a tabaco y frunzo el ceño ligeramente.

- ¿No ves que no quiero verte la cara?

- Te mandé mil mensajes.

- Y yo no los respondí. ¿No lo pillas?

- ¿Desde cuándo contestas así?

- ¿Qué quieres?

- Lo que es mío.

- Yo no soy tuya, a ver si lo entiendes de una vez.

- El otro día te dejaron sola, ¿no?

No digo nada. Aprieto la mano en un puño y suspiro, tratando de pensar en todas las razones que tengo para no volver a golpear esa cara esculpida por los dioses.

- Te dije que no eras su tipo. Eres... poca cosa, ya sabes.

- Me largo.

Doy un paso y el coge mi antebrazo con fuerza.

- Suéltame.

- No.

- Álex, me estás haciendo daño.

Él no escucha mis palabras y me retuerzo bajo su agarre sin éxito. Estoy a punto de perder los nervios cuando una voz familiar suena a mis espaldas, enviando un escalofrío a toda mi columna vertebral. Alex dirige su mirada hacia arriba y yo me quedo estática.

- ¿Todo bien?

- Solo estábamos hablando – dice él, encogiéndose de hombros.

no decirte quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora