capítulo 17

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Pongo la dirección en el móvil y me dejo guiar, rezando para no perderme mientras me abrazo al paraguas. Llueve muchísimo. Cuando llego, mando un mensaje y a los dos minutos, un Logan risueño me abre la puerta. Al principio no sabe como saludarme, pero pronto recupera su mirada egocéntrica y me da un beso en los labios, pillándome de sorpresa.

- Pasa, seguro que estás helada.

Sí, me duelen las manos del frío. Por suerte, la temperatura aquí es agradable. Tienen calefacción. Miro el local. Es pequeño. Cuatro paredes, una batería, un piano electrónico, dos guitarras y micrófonos. Dos de sus paredes están forradas con espejos y en la esquina izquierda está la tarima que sujeta todos los instrumentos. En la esquina derecha, contra los espejos, dos sofás de color verde. A su lado, un pequeño armario donde guardan chocolatinas, bebidas, mantas y algún libro. El suelo está decorado con alfombras de figuras y mosaicos aleatorios, pero que le dan un toque muy suyo al local.

Logan me coge de la mano y me lleva hacia sus amigos. El chico moreno del otro día está en la batería haciendo algo que no entiendo y el rubio está en el sofá, escribiendo algo en su libreta. Cuando Logan habla, dos ojos verdes se posan en mí. Sonrío, algo tensa, y el chico rubio viene hacia mí.

- Soy Marc.

Su voz es agradable y me sonríe con ganas, antes de abrazarme. Me pilla desprevenida, pero le devuelvo el gesto bajo la mirada divertida de Logan. Algo más relajada, dejo mi bolso y mi abrigo en uno de los sofás.

- Iván, tenemos visita.

- Calla, capullo.

Iván, que así adivino que se llama el chico moreno, está de espaldas a nosotros y toquetea uno de los platillos de la batería. Coge una baqueta y suelta un insulto cuando el sonido no es el que espera. Se pasa las manos por su pelo y se da la vuelta, estresado.

- No consigo arreglarlo.

Sus ojos se posan en los míos y levanta las cejas.

- Hola.

- Hola – respondo, tímida.

- Viene con Logan – dice Marc, por mí.

- ¿Esta es la famosa Hannah?

- Iván.

Este arruga la frente, mirando a Marc, que le hace un gesto para que se calle.

- ¿Qué? He escuchado más su nombre en los últimos meses que el de mi novia.

- Gracias por la discreción – dice Logan, con sarcasmo.

- De nada, tío.

Iván baja de la tarima y se acerca. Me da dos besos y me sonríe. ¿Por qué Logan tiene amigos tan guapos? De pronto, me siento en una película romántica donde cada chico nuevo que conoce la protagonista es más guapo que el anterior. Como si yo no estuviera, Iván vuelve a su tarea y veinte minutos después celebra que por fin ha arreglado lo que sea que estaba roto. Mientras tanto, Marc me cuenta cómo se conocieron. Fue en el último año de instituto, cuando tres profesores distintos decidieron castigarlos a la vez y el jefe de estudios les puso a limpiar el aula de música durante dos semanas. Esas dos horas de castigo se convirtieron, de repente, en un concierto privado donde ellos se conocieron, hablaron e hicieron lo mejor que saben hacer: tocar. Iván y Logan ya eran amigos desde el colegio, pero él no. En uno de esos días, la profesora de música les pillo y, después de una bronca bastante larga, les dijo que lo que estaban haciendo sonaba muy bien. Después de eso, vino todo lo demás. Muchos ensayos, más risas, anécdotas, viajes, muchos "lo dejamos", muchos "lo intentamos" y sobre todo, mucha música. Primero por pura diversión y luego, gracias a ese dueño del bar que ahora les quiere contratar para tocar todos los sábados, consiguieron algún concierto esporádico en diferentes locales de la ciudad. El poco dinero que recibieron lo invirtieron en alquilar el local donde estamos ahora mismo. Logan se encarga de hacerme sentir cómoda, pero con ellos tres aquí, es fácil. Mis nervios se han ido y me siento en el sofá mientras ellos practican algo que supongo que son nuevos acordes de una canción. Puedo sentir la mirada de reojo de Logan en varias ocasiones y yo le sonrío para que deje de preocuparse por mí. Estoy bien. Ellos están con sus cosas y yo, mientras leo el que seguramente sea mi nuevo libro favorito, estoy feliz. Tocan alguna canción que ya conozco del concierto de la última vez y escucho atentamente la letra, dejándome llevar. Marc se equivoca en un acorde e Iván le da en la cabeza con la baqueta, hecho que hace que los tres se rían. Los miro con ternura. Acabo de conocer su relación y me atrevo a decir que se quieren muchísimo, aunque disfracen sus sentimientos de bromas e insultos. Cosas de chicos, supongo.

no decirte quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora