1-Trabajo de hotel

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Trabajar en el hotel era muy agotador, no paraba de atender a las demanadas de todas las personas de las habitaciones que me pedían que sí les podía subir alguna cosa como maquinillas de afeitar que se habían terminado o rellenar el mueble bar del cual disponían. Según mi amigo, la persona anterior a cargo era muy perezosa y por eso lo despidieron. Ahora me tenia que comer todo el marrón yo sólo pues mi compañera atendía el teléfono, se organizaba con las chicas de la limpieza, cancelar las reservas o verificando otras reservas y cobrar el precio establecido.

—Tn, necesito que lleves esto a la habitación 34—dijo mientras me entregaba unas toallas.

—Voy—acababa de bajar a recepción y ya estaba saliendo de nuevo—espero recibir una paga extra porque esto es demasiado.

Al llegar a la habitación, entré y me tope con un hombre mayor completamente desnudo y recién salido de la ducha. Este al ver las toallas me agradeció mientras las tomaba de mis manos. Yo asentí antes de retirarme, quería ir a lavarme los ojos y de ser posible echarme ácido. No creo que nunca vaya a poder olvidar semejante imagen, pero la culpa era mía, tenía que haber llamado primero.

Para mi, lo más sorprendente del lugar era ver la ropa de marca que gastaba la gente cuando paseaba por los pasillos, aparecían en la entrada o se marchaban. El precio por habitación era bastante costoso y solamente los adinerados podían pagar una. Mi amigo dijo que estaba haciendo entrevistas para contratar un par de personas más así no iríamos tan apurados. Pero de vez en cuando lo veía hablar con alguna clienta, lo conocía demasiado bien pues era un chico apuesto, uno de esos a los que uno llamaría galan, sobretodo al ver que la chica le reía las gracias. Tenía ese carisma de ganarse a la gente.

—Tn, ¿todo bien?—mi compañera me paso una botella de agua—aprovechemos este pequeño descanso antes de que venga más faena.

—Si, es solamente que estoy algo cansado—bebí el agua que me sentó de maravilla.

A Jenna y Emma apenas se las veía salvo cuando salía con sus guardaespaldas o entraba al hotel. Todo parecía marchar más o menos bien descontando lo sucedido con el hombre mayor y alguna otra cosa típica de trabajar en un hotel. Ella y yo aprovechamos cada momento de tranquilidad para recuperar fuerzas, esos días las habitaciones y el trabajo estaba por las nubes.

Suerte que entraron las dos personas que dijo mi amigo y todo cambió. Ahora si parecía un lugar mucho más serio, ahora teníamos hasta ratos muertos sin hacer nada.

En uno de esos días, Jenna apareció junto al resto del equipo. Iba muy bien arreglada como siempre, con ropa negra y elegante, casi para hacer una entrevista. Parecía muy preocupada y cuando se acercó, mi gesto cambió por completo. Al preguntar que sucedia, uno de sus hombres nos explicó la situación. Algo que no pensé nunca que pasaría.

—El teléfono de la señorita Jenna ha sido mezclado entre los platos de comida con sobras y lo han tirado al piso de la basura—yo abrí los ojos.

—Pero, ¿cómo ha sido posible?, es decir...—yo no daba crédito.

—Es culpa mía—intervino Jenna—dejé el teléfono y como los platos eran desechables han ido todos a una bolsa. Ahora se encuentra allí abajo—explicó avergonzada.

Era cierto que muchos de nuestros clientes concienciados con el reciclaje usaban unos platos para postres de cartón reciclados que luego tirábamos por un conducto hasta el piso de abajo. Era una especie de pequeño almacén donde se acumulaba la basura que al cabo de una semana aparecían los basureros para recoger las bolsas.

—El problema es que no tenemos acceso, solamente los encargados de recogida de residuos. Salvo que por algún casual se meta una persona, no hay forma de acceder—explique.

Inesperado-Jenna Ortega x Lector MasculinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora