Sinceramente, no tenía ninguna gana de hablar sobre el chico y menos contarle a su hermana mayor la historia que ambos compartieron. Hacia demasiado tiempo que no lo veía y pensó demasiadas veces no volver a hacerlo. Pero, como siempre, estaba equivocada.
El moreno, de alguna forma u otra, siempre terminaba regresando a su vida. Y lo detestaba.
Chiara odiaba a ese chico.
La mirada de la mayor sobre ella no hacia más que incomodarla. Esos ojos verdosos provocaban que todos los recuerdos atacaran su mente de nuevo. Y no quería volver a revivirlo. Creyó enterrarlos en lo más profundo de su corazón para no volver a sacarlos.
Llevaba meses bien sin él. Poco a poco aprendía a convivir con todos los problemas que la rodeaban. Trataba de llevar una forma de vida mucho más tranquila y sin presión; una que no le costara la vida.
—Se llama Seth —murmuró sin despegar su espalda de la puerta. Su tono de voz era neutro y, ni siquiera su mirada, mostraba emoción alguna —. Es un idiota más que habita sobre la faz de la Tierra.
La risa de Mayella inundó todo el pasillo, lo que molestó a la castaña. Ella no sabía la verdadera razón de porqué su hermana se veía así ante la inesperada visita del joven. Quería pensar que era uno de los pretendiente que perseguían a su hermana intentando conseguir una cita.
—Pues es guapo —agregó sonriente.
La expresión de Chiara cambió notablemente. Sus castaños ojos se abrieron de una gran manera, alzando sus cejas. Su boca entreabierta y su ceño fruncido. Desde luego su hermana no sabía de que hablaba. Seth era guapo, solo eso.
Comenzó a negar, tratando de eliminar de su cabeza las tres últimas palabras mencionadas por la mayor.
¿Qué era guapo? Eso ya lo sabía, pero era lo que menos le importaba. Quiso mostrar una faceta de chico adorable y encantador, ocultando el verdadero monstruo que era. Pensaba compartir su pensamiento con el del resto, porque provocar que una mujer se odiara no era un gesto admirable.
—Diciendo eso solo ampliamos su ego —caminó hacia las escaleras y, una vez estuvo subida en el primer escalón, volteó hacia la castaña —. Y eso es lo último que necesita.
No podía enojarse con su hermana por dicho tema. Desconocía el infierno que aquel joven le había hecho vivir. El fue la verdadera razón por la que tuvo que ser ingresada, a pesar de que su familia creyera que fue a consecuencia de un gran esfuerzo físico.
El chico había llegado a destruirla por completo, yendo más allá de lo que sus problemas crearan en ella. Chiara no estaba bien. Se odiaba a si misma y pretendía ser la versión de sí que nunca logrará.
En el espejo veía un reflejo que no era el suyo. Y eso le dolía más. Fingía ser alguien que no le correspondía. Vivía la vida de otra persona, porque, si vivía la suya, terminaría más rota de lo que estaba.
—Joder —maldijo sintiendo las lágrimas resbalar por sus rosadas mejillas.
Su corazón se aceleraba y eso no era nada bueno.
Sentía demasiada impotencia en esos momentos. Lloraba sin control, sentada en el borde de su cama, con su húmedo rostro entre sus manos. Estaba fatal. Se sentía sucia, detestable.
Recordaba todos los momentos vividos junto a Seth y eso solo hizo que se sintiera más asqueada. El joven no había llegado a tocarla, ni una mano llegó a posar sobre ella, pero así lo sentía.
Como pudo, se puso en pie y caminó hacia el baño. Necesitaba una ducha con urgencia, y poder olvidar el tacto de las yemas del moreno sobre ella.
Dejó el agua caer sobre su cuerpo delgado. Los cambios fueron notables en él tras su primera decaída. Había pasado tiempo de aquello, pero la noticia creó un gran impacto en sí.
—Venga, Ara. La cena está preparada —la mayor chocó sus nudillos contra la blanca madera de la puerta. Esperó pacientemente una respuesta por parte de su hermana, pero eso nunca paso —. ¿Chiara? Vamos, sabes lo que dijeron...
La puerta ni siquiera se abrió, pero un ruido fue suficiente para que Mayella supiera que su hermana estaba tras esta.
—Chiara...
—Sé lo que los médicos dijeron, Ella —apoyó su espalda en la blanca madera, con su mirada puesta en el suelo —. Debo mantener una dieta equilibrada y no volver a saltarme una comida.
Todo se quedó en silencio; ambas sabían el porqué. Desde aquella vez en la que la menor tuvo que visitar el hospital, todo había empeorado para ella.
Aquella fue su primera decaída.
Dejó de salir a la calle, desconectaba de todo y se mantenía a un margen de sus amigos. Sus ganas para cualquier cosa eran nulas y eso hizo que se convirtiera en una muñeca de porcelana ante la vista de su hermana.
Y odiaba ese sentimiento. Podía valerse por sí sola, un problema no impediría eso, pero, ante todos, podría romperse con un simple movimiento.
Dejó todo lo que quería atrás. Se despidió de un sueño que tantos años le había costado conseguir y a punto estuvo de tener que abandonar sus estudios, al menos, temporalmente.
—Sé que lo sabes —suspiró con cansancio, era otra vez la misma discusión de siempre —. Solo no quiero que...
—Decaiga otra vez —terminó la frase que su hermana acababa de empezar —. Estoy bien, Mayella. Solo..., no tengo apetito —se separó de la puerta, aún sin abrirla —. Más tarde bajaré a tomar algo, te lo prometo.
La mayor sabía que era una batalla perdida discutir con su hermana. Sabía que hacerla entrar en razón era demasiado sencillo, pero la joven era demasiado cabezota.
Entendía la situación de su hermana, desde un punto externo al suyo. Había estado en todas las subidas y bajadas sufridas por Chiara desde el primer momento que fue ingresada en urgencias. Comprendía que a veces la saturaba demasiado, que la menor sabía cuidarse así misma, pero no podía evitarlo.
Tenía un instinto que impedía dejar a su hermana sola. En cualquier momento todo podía empeorar y, de un segundo a otro, podría perderla.
Mayella no permitiría eso.
Por su parte, la castaña, se mantenía sentada en el centro de su cama. Su pijama puesto y su ondulado cabello mojando su espalda. Se miraba fijamente al espejo frente a ella, volviendo a odiar cada parte de sí.
No quería que las lágrimas volvieran a descender por su rostro, no otra vez. Ya no merecía la pena. Estaba cansada de todo, cansada de sentirse mal.
Suspiró y se tiró para atrás. Todo su cuerpo descansaba sobre el colchón, mientras su vista miraba el blanco techo de su dormitorio. Sus ojos se cerraban lentamente, sintiendo sus párpados cada vez más pesados. Y terminó durmiéndose, con la mente llena de pensamientos y un gran vacío en su corazón.
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AMOR VINCIT OMNIA ✔
Romance𝐀𝐕𝐎 | "El amor lo vence todo" Chiara se odiaba a sí misma. Para Mayne, ella era perfecta en todos los sentidos. ··· Chiara tubo un duro pasado y una mala experiencia en el amor, para ella estaba todo perdido en ese campo. Y, por si fuer...