MESES ATRÁS
LIVERPOOL, 2022Empezaba a vivir su vida, saliendo los fines de semana hasta altas horas de la noche y, al día siguiente, madrugar para poder pasar todas las horas posibles estudiando. Era lo que tenía ser una universitaria. Se sentía viva, feliz. Había tenido suerte de encontrar un carrera que le gustase y un grupo de amigos con los que podía ser ella misma.
Gala había sido demasiado amable con ella desde el primer momento, ambas compañeras de la misma habitación en la residencia de estudiantes. Misma personalidad, distintos estudios. La española se había decantado por un estudio en diseño de moda, algo que, según la morena, quedaba muy acorde con ella. Pero, a pesar de no asistir a las mismas clases, tuvieron la gran suerte de poder compartir dormitorio.
Pasaban los días juntas, encontrándose en los descansos entre clases y disfrutando de los escasos minutos que tenían en el almuerzo. Realmente habían congeniado. Dos extranjeras que, desde ese entonces, vivían en la ciudad inglesa. Dos amigas que durarían para siempre.
Por otro lado estaba el idiota de Finnheas, como la rubia solía llamarlo. El mejor amigo que la italiana iba a poder tener. Llevaban años unidos, sujetándose el uno al otro desde el momento en que se unieron a la Dance Academy de Liverpool. Habían bailado juntos cientas de veces y, en algunas noches, solían escaparse de sus dormitorios y dormir juntos, sin importarles mucho la regañina de Amelia a la mañana siguiente.
Ambos sabían lo que era vivir lejos de su familia. Ella venía desde otro país distinto y, para sus padres, la posibilidad de mudarse era imposible. Tenían toda su vida organizada en la vieja Catania. Sus trabajos, su familia. Todo. No podían abandonar todo porqué sí. Y, él, un londinense de la zona sur, que pasaba por lo mismo. Los padres de ninguno de los dos estaban aptos para dejar todo atrás y empezar sus vidas de nuevo, por lo que ambos niños se conocieron allí: en la residencia infantil de la academia.
Y luego estaba él, Seth Amery. El guapo y codiciado novio de la italiana. Había tenido la maravillosa oportunidad de conocerlo una tarde lluviosa, mientras ella hacia sus mayores esfuerzos porque sus apuntes no se mojaran y el terminaba su entrenamiento. Él, amablemente, se acercó a ella sujetando un paraguas para evitar que la joven pillara un resfriado. Con su sonrisa logró que toda la sangre de la castaña se acumulara en sus mejillas y, con demasiada timidez, Chiara le preguntó si podía hacerle ciertas preguntas.
Ella solo había ido hasta allí por un trabajo de la universidad. Su profesor les había pedido una entrevista a cualquier persona y, como recompensa, tres de las mejores podrían aparecer, tanto en el periódico de la facultad, como en la prensa diaria. Por lo que, que menos de entrevistar al goleador de la victoria de uno de los equipos locales.
Tenía la lotería ganada a su lado.
-¿Estarás bien? -no quería separarse de ella sin antes asegurarse de que el chico la cuidaría -. Apenas lo conoces y, no lo sé... ¿Si sucede algo llamarás? -la rubia solo rodó los ojos, divertida, ante la innecesaria preocupación de su mejor amiga -. Gala, esto va muy enserio. No me fío de él.
Las carcajadas de la de cabellos rizados llamó la atención de los tres chicos que hablaban tras ellas.
-William es más que perfecto y cuidadoso -acarició su cabello y dejó un beso en éste -. Solo iremos a su casa, tal vez tomemos una copa de vino y pasaremos el rato sentados en su sofá y hablando -colocó de forma correcta el bolso sobre su hombro, y se alejó de ella -. Todo estará más que bien -levantó sus pulgares hacia arriba, dejándola allí sola.
Solo pudo hacer más que suspirar con pesadez, era inútil decirle lo contrario. Estaba tan segura y metida en lo que haría aquella noche, que nadie borraría esa idea de la cabeza. El brazo de Seth rodeó sus hombros, a su vez, depositando un beso en el cuello de la chica. No había sido consciente de cuando, su mejor amigo, se había marchado. Volteó junto al moreno escuchando la risa de su amiga en la lejanía.
-Ella sabe cuidarse -la voz del chico la sacó de sus pensamientos, asintiendo en respuesta.
Estaban en pleno invierno y allí hacía frío. Al mirarse en el espejo, antes de salir de la residencia, había llegado a pensar que llevaba demasiadas cosas, pero, al pisar la calle, y sentir la fría nieve helando su cuerpo, agradecía haberse puesto capas de más. Se encogió más en el calor proporcionado por su abrigo y el agradable abrazo del moreno, suspiró, dejando que el vaho escapara de sus labios.
Y, aunque aquello parecía suficiente, no lo era. Ella, acostumbrada a los cálidos días de su ciudad, viviendo al sur de Europa en la zona más cercana al mar; la costumbre de los lluviosos días de la ciudad inglesa era detestable para ella. Si bien llevaba viviendo allí, casi, desde que tenía uso de razón, seguía prefiriendo, una y otra vez, las altas temperaturas de su tierra.
Agradeció el momento en que ambos se adentraron en el recibidor de la residencia de la castaña, cruzando la gran puerta de metal con dos ventanales a cada lado. La sensación de la calefacción enchufada ocasiono un leve escalofrío en Chiara, quien comenzó a quitarse sus guantes ante la repentina subida de temperaturas.
El chico la veía sonriente, sin hacer nada más. Eso es lo que le gustaba de él, que ningún silencio era incómodo. Todo estaba bien con él. Seth estaba bien. Ella estaba bien. Estaba.
Apartó su gorro y caminó leves pasos hasta sentir que la helada nariz del inglés rozaba con la suya. Los dos enamorados rieron al unísono, abrazándose mutuamente. Se querían eso se podía apreciar, incluso si las muestras de amor no se mostraran. Los labios del moreno se acercaron hasta los de la italiana, uniéndose en un cálido beso. Las manos del joven fueron a parar en la cintura de su contraria, a la vez que ella acariciaba sus cortos cabellos.
-¿Quieres quedarte un rato? -su sonrisa no cabía en su rostro, estaba demasiado feliz de tenerlo a su lado.
Y, sin saber que esas cuatro palabras podrían ocasionar un final en su historia, lo tomó de la mano y lo obligó a caminar hacia el ascensor del edificio. No le dejó opción a una respuesta, pero él tampoco parecía oponerse. Volvieron a juntarse en un beso, esos de los que no se cansaba. Pegándose a la pared, esperando a que el elevador llegara a su planta.
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AMOR VINCIT OMNIA ✔
Любовные романы𝐀𝐕𝐎 | "El amor lo vence todo" Chiara se odiaba a sí misma. Para Mayne, ella era perfecta en todos los sentidos. ··· Chiara tubo un duro pasado y una mala experiencia en el amor, para ella estaba todo perdido en ese campo. Y, por si fuer...