22 | Remendando errores

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Su mente seguía divagando en todo lo sucedido la noche de la fiesta

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Su mente seguía divagando en todo lo sucedido la noche de la fiesta. Pensaba una y mil veces la de cosas que habían podido pasar en cuestión de horas. Como cada vez que su mente decidía centrarse en diversos temas para darle vuelta a todo, se había tumbado en su cama con la mirada fija en el liso techo. Traitor de Olivia Rodrigo sonaba por todo su dormitorio, convirtiendo esa situación en algo irónico.

Pensar que el idiota de Finnheas había ayudado a su ex pareja a acercarse a ella le parecía algo surrealista. Él, su pelirrojo favorito, la había dañado usando la peor arma en su contra: su pasado. Y eso le martirizaba todavía más. Dar vueltas al simple motivo que el galés había encontrado para hacerlo. Finnheas era un chico tímido, el alcohol le evitaba serlo. Y la italiana estaba segura de que tenía una razón para hacer lo que hizo.

La radio de su móvil se corto de repente, dejando de reproducir esa playlist que tanto amaba en sus momentos de bajón. Se incorporó sobre su cama para descubrir el motivo, para que le siguieran unas ganas terribles de lanzar su teléfono a cualquier punto de la habitación. ¿Es que el joven no era capaz de entender que ella no quería saber nada de él en esos momentos?

Colgó la llamada y volvió a activar su música.

—¿En algún punto de mi vida podré vivir tranquila? —de nuevo, renegó la llamada entrante en su móvil, liberando un suspiro pesado mientras se lanzaba a su cama.

Seguía pensando en lo que fuese, surgiéndole la creativa idea decorar el techo de su dormitorio. En los últimos segundos, lo comenzó a ver soso y aburrido, y pasando la mayor parte de las horas admirándolo, merecía algunos pequeños detalles. Y fue entonces cuando algo, pequeño y puntiagudo, golpeó su ventana. Pensó que había sido algún pájaro o, simplemente, producto del aire. Pero cuando más objetos comenzaron a golpearla, se encaminó hacia ella para ver de que se trataba.

—Auch.

Soltó un quejido ante el repentino impacto en su frente, dirigiendo su mano hacia la zona adolorida. Abrió sus ojos para encontrarse con la inocente sonrisa del pelirrojo, quien había escondido las pequeñas piedras tras su espalda.

—Dios..., Finnheas —rodó sus ojos ante la desagradable idea de tener que compartir palabras con el mencionado —. Vienes a mi casa y lo primero que te digo es que no quiero verte, insistes presentándote aquí a media noche y, ¿me agredes lanzándome un piedra? —tenía su ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho —. Te superas por segundo, Seargent.

Ella asomada por la ventana de su habitación y él viéndola desde el jardín. Le resultaba una situación graciosa, ellos dos mejores amigos viviendo una situación cliché. Aunque preferiría que fuese cuando todo estuviese menos tenso, para reírse juntos a los segundos de mirarse a los ojos mutuamente.

—Acompáñame.

La risa amarga de Chiara inundó el ambiente. 

—¿Estás loco? No voy a ir contigo a  ningún lado —su mirada se dirigió al reloj digital de su mesilla —. Son las doce de la noche pasadas, ¿a dónde piensas que voy a ir siendo tan tarde, Finnheas?

AMOR VINCIT OMNIA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora