-18. Fuera del paraíso

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Bien, y aquí estamos. Mamá me ha dicho que me serviría bastante bien el comenzar un diario, según mi tía Prunia, me ayudaría un poco con mis "problemas"; que desde luego no tengo, obviamente, son solo unas exageradas... En fin. Pensé simplemente hacer garabatos para fingir que escribo, pero se darían cuenta, así que no podré salvarme de esta. Pero ahora que lo pienso... la verdad no sé qué escribir...

¡Oh, ya sé! Hoy iré a ver a papá a Hatelia. Y bueno, estoy muy emocionada por ello, hace semanas que no lo veo. Y prometió que esta vez me enseñaría por fin a cazar con el arco. Que no he podido usar desde que me lo regaló al cumplir once... Mi papá es genial, ahora solo es un profesor en la escuela de Hatelia pero en realidad es uno de los mejores espadachines de todo Hyrule; incluso acabó con el mismísimo cataclismo, Ganon.

El primer paso es que me enseñe a usar el arco, y después... ¡a ser tan hábil con la espada como lo es él! Es más, le preguntaré si puede mostrarme alguna técnica hoy... y tal vez... Bueno, no sé... hacerle aquella pregunta...

Ay, qué estupidez de ejercicio. En fin, ya veré que escribo otro día.

[...]

Y ante la llegada del alba, Link despertó. No era necesario que la luz del sol le pegase en la cara, ya tenía por costumbre que en cuanto el sol salía a las cinco de la mañana, según la Tableta de Prunia, él abriría los ojos; ya más que nada por cuestiones de su vida diaria. No perdió tiempo en sentarse y estirar un poco los brazos. En cuanto hizo eso, la figura femenina que tenía al otro lado de la cama se despertó también; abriendo los ojos lentamente y mirando al rubio con una gentil sonrisa.

-Buenos días, Link. -le saludó Zelda entrecerrando los ojos por lo grande de su sonrisa.

Lejos de devolverle el saludo, él tan solo se limitó a girar su cuello para mirarla levemente, y después se giró para levantarse de la cama sin decirle nada.

-¿Link...? -preguntó Zelda algo desconcertada.

-Date prisa en levantarte, o llegarás tarde a la escuela. -le dijo secamente mientras iba a la cajonera para ponerse algo de ropa; pues tan solo andaba en calzoncillos, al igual que Zelda.

Esa respuesta tan simple, puso un poco triste a Zelda; pero lejos de decirle algo, tan solo miró cómo comenzaba a cambiarse, y después desvió un poco la mirada. El rostro de Link era algo inexpresivo, y lamentablemente para la chica, esto ya era la costumbre.

-¿Estás bien? -le preguntó Zelda algo preocupada, no era la primera vez que hacía esa pregunta.

-Sí... Todo está bien. -contestó limpiamente. -¿Te hago el desayuno?

-Claro... jeje, sabes, al menos podrías darme un besito de buenos días. -bromeó Zelda seguida de una risita.

Esa broma lejos de hacer reír a Link, hizo que la mirara con un poco de molestia.

-Zelda, basta... por favor. -le pidió Link con cierta tranquilidad. -No eres mi esposa... no actúes como si lo fueras.

Sintió como el corazón se le encogía un poco, el tono con el que Link lo decía era suficiente. Tan solo se llevó una mano al pecho y miró a otro lado.

-Ya lo sé... Solo intento... Nada, olvídalo... -dijo sentándose apropiadamente.

Link terminó de cambiarse, poniéndose su pantalón, botas y túnica roja, además de agarrarse el cabello con su coletero. Al terminar, se le quedó viendo al espejo un momento, se dio cuenta de la mala cara que tenía, y sintió un poco de remordimiento.

Se acercó a Zelda y le dio un pequeño abrazo, mientras ella se quedaba algo estática.

-Lo siento. -se disculpó para luego darle un beso en la frente.

Recuerdo de un amor [#3] - Link y Apaya - Zelda TOTK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora