3. Soy Zelda

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Sobre mí se hallaba el armonioso y gentil rostro de Zelda, solo que con una tiara extraña y pendientes que me recordaban a las lámparas zonnan. Cuando ella me miró, me sonrió con calidez; pero yo sentí una mezcla entre vértigo y debilidad por tenerla de frente, estando sobre su regazo.

—Veo que ya despertaste... Link. —pronunció lentamente mi nombre. Llevaba puesto un vestido muy pegado, sostenido solo por su busto, de color blanco con adornos zonnan de color verde.

Actué por impulsividad y casi de un brinco me senté al otro lado de la cama, sin perderla de vista; aunque al hacer esto, sentí dolores punzantes en varias partes de mi torso. Los aguanté como pude, pero resaltaba a la vista mi estado lastimado, tanto por mi cara como por las vendas alrededor de mí cuerpo. Ya comenzaba a extrañar las hadas o elixires.

—Link... No te sobreesfuerces demasiado. Te vas a lastimar. —me advirtió gateando lentamente encima de la cama hasta mí, moviendo las caderas armoniosa y tentativamente.

A cada centímetro que se acercaba, mi corazón se aceleraba; no entendía su presencia. Yo alcé mi brazo para intentar mantener distancia, pero llegó hasta estar a un palmo de mi rostro.

—¡¿Q-Quién eres tú?! —le pregunté nervioso, y ella puso un rostro de extrañeza.

—¿Link? Soy Zelda... tu Zelda. —dijo muy triste y desviando la mirada, como si no supiera a lo que me refería. —¿No te acuerdas de mí...? —me miró con sus ojos llenos de anhelo.

No, esa pregunta no, todo menos eso. Dudaba, la Zelda que tenía enfrente no debía ser real. Pero su dulce voz, su suave tacto, todo eso era igual a ella; y me ponía los nervios de punta tener su radiante rostro frente a mí otra vez, ya que secretamente era lo que más deseaba desde hace tiempo.

—Esos largos y armoniosos días... las noches que te ayudé a dormir... Link, por favor, dime que no las olvidaste... —me reclamó con un puño en su pecho y con cierta depresión en sus ojos.

Sabía de las noches, no podía ser falsa. Me hizo sentir culpable, claro que lo recordaba, nunca había estado tan seguro de querer recordar algo ahora. Y me estaba matando de culpa que me dijera esas cosas.

—C-Claro que lo recuerdo... —respondí apenado.

Ella alzó la vista, con una mirada llena de esperanza y amor en sus ojos. Claro que pudo ser el sueño, que me sentía aún dormido, o que estaba en negación, pero sentía que era ella.

—Ven... No te alejes más de mí. —de nuevo se me acercó sin mostrar duda. —Me matas cada que te alejas...

Dí un suspiro por cada centímetro que se acercaba, pero no la alejé; ya no la iba a lastimar más, le devolvería la seguridad que tanto me obsequió desinteresadamente. Lentamente pegó su frente a la mía y cerró los ojos, mientras que con una mano acariciaba mi mejilla, puso la otra en mi hombro; cerré mis ojos también.

—Ya estoy aquí... —me dijo con cierta suavidad y dulzura, una que me ayudaba a relajar mi corazón. —Nada más importa.

Pero me di cuenta de algo raro, su piel era suave al tacto, pero no estaba fría ni caliente, y yo recordaba la piel de Zelda muy tibia; agradable para abrazar en invierno. Además, aún con lo cerca que estaba, no llegué a sentir su respiración.

Abrí los ojos y la miré de nuevo, quizá captó que quería que se alejara un poco. Ella se puso recta, y me miró con su rostro sonrojado.

—Todo está bien, Link... Anda, ven a acostarte... —me dijo mientras, sonriente, palpaba su regazo. —Déjame mimarte más.

Cerré los ojos, suspiré, y la volví a ver con algo de extrañeza. Ahora que la veía con atención, sabía que algo no cuadraba, pero entre que sentía que se trataba de un sueño y de que no quería asustarla o lastimarla, simplemente la obedecí y recosté mi cabeza con cuidado sobre su regazo; mirándola desde abajo.

Recuerdo de un amor [#3] - Link y Apaya - Zelda TOTK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora