El sonido del rasgueo de la pluma de Link, yendo de un lado a otro encima del papel. Eso era casi lo único que se escuchaba en su pequeño estudio; o más bien, por la casa en sí. Mientras su esposa se dedicaba a darle cuidados a la bebé en el piso superior, el héroe seguía absorto en su trabajo, a escasas páginas de terminar su largo ensayo.
Sin duda, el tiempo era una de mis creaciones más grandes, aunque siempre envidié la creación de la vida que mi hermana hizo, gracias a ella es que Apaya podía sonreír mientras escuchaba las pequeñas risas de la bebé Nuriah. Jugaba un poco con ella en brazos, y le hacía cariños cada tanto, ya que no podía resistirse a la dulzura del fruto de su vientre.
Era una lástima que el héroe estuviera tan absorto en su trabajo, perdiéndose de ese momento. Aunque mi consuelo es que sabía que habría otros momentos en donde él podría disfrutar de las risas de su hija, tal cual como Apaya. Lo que Link no esperaba esa tarde, es que alguien tocaría a la puerta, y le sacaría de sus pensamientos.
—¡Link, Apaya! Ya llegué. —avisó una mujer con una voz bastante dulce.
Ante esa voz, Link giró la mirada hasta la puerta del otro lado de su estudio. La reconocía perfectamente, no habría día que la pudiera olvidar. Dejó la pluma de lado, se levantó rápido y fue hasta la entrada. Al mismo tiempo que Apaya dejaba a Nuriah en su cuna, y miró desde el barandal del segundo piso; a diferencia de Link, ella sí esperaba esa visita, y se mostraba contenta desde antes.
Link abrió la puerta con cierta emoción, y al mirar del otro lado del portón, se encontró con lo que para él era una grácil figura divina debajo de una larga túnica encapuchada para no ser vista por el público. Una bella mujer rubia con el cabello suelto, ojos azules, rostro gentil y labios pequeños pero cálidos. Además, con un pequeño bebé acurrucado en sus brazos, y dos guardias reales armados detrás de ella.
—¡Zelda! —exclamó Link atónito por ver otra vez a su querida.
—Profesor Link, cuánto tiempo. —le saludó sonriente la rubia mientras pasaba al interior de la casa.
—Mucho, aunque es un poco pronto para decirme "profesor". ¡Y trajiste a Roham!
—No puedo separarme de él. —se giró un momento para darle un aviso a sus guardias. —Quédense a vigilar afuera, les avisaré si necesito algo. Hagan una fogata si gustan. —dijo sonriente.
—Como ordene, majestad. —dijeron al unísono.
Cuando cerraron la puerta al salir, Zelda terminó de entrar al interior de la casa, se le acercó a Link y le dio un cálido beso en los labios que duró bastante como saludo; cuidando de que el pequeño Roham no se inquietara. Era obvio que deseaban besarse desde hace tiempo.
—Extrañé verte... —le dijo al rubio al separarse, mientras ambos escuchaban los pasos de Apaya mientras bajaba las escaleras.
—¡Zelda, viniste! —expresó Apaya contenta al ver de nuevo a la reina.
Al llegar con ella, Link tomó a Rohan en brazos, y la peliblanca le dio un cariñoso abrazo a Zelda, después le dio un cálido beso en sus labios, con la misma intensidad que Link, solo que más corto en comparación y haciendo sonar bastante cuando se separaron un sonido de chupón.
—No esperaba tu visita, y menos tan tarde. —declaró Link mientras veía al pequeño Roham. —¿No es muy pronto para que ya puedas caminar?
—Link, estoy bien. Ya pasaron dos meses. —le recalcó Zelda despreocupadamente mientras se quitaba la túnica y su bolso, y Apaya los tomaba para llevarlos al perchero.
Zelda llevaba puesto un vestido un poco más austero, sencillo y que la hacía ver como una ciudadana más. Y era la intención, ya que esa visita era sorpresa, y no quería levantar más sospechas de las que ya provocaba con sus guardaespaldas.
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Recuerdo de un amor [#3] - Link y Apaya - Zelda TOTK +18
Fanfiction¿Cómo salvar Hyrule con el corazón roto? Ahora que Link y Apaya no están juntos, nuestro héroe tiene que hacer un esfuerzo más, mientras que debe recobrar lo que significa amar otra vez. Años después de los conflictos contra Impa y Agen. Momentos an...