2. La flor del abismo

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Ese fuerte golpe con la empuñadura de su espada me desestabilizó de mi asiento, provocando que cayera de golpe al suelo al lado de Epona. Un golpe en la cara siempre dolía, pero el que fuera provocado por mi hija, lo hizo peor. No entendía para nada de dónde vino, y me desconcertó más ver sus ojos llenos de ira.

—¡¡¡PAPÁAAAAAAA!!! —gritó con mucha desesperación y horror, mirando en todas direcciones.

—¡¡¿Nuriah, qué pasa?!!

Acto seguido, saltó desde encima de Epona para atacarme usando la Espada del vigilante. Fue fácil esquivarla en el suelo, pero seguía sin entender lo que pasaba. Lamentablemente no pude pensar mucho, ya que en eso me llegó una flecha sorpresa impactando en mi espalda; Tureli me había disparado.

—¡¡¡NURIAH!!! ¡¡¡SEÑOR LINK!!!—exclamó con el mismo horror que Nuriah, y los ojos de la misma tonalidad.

—Tureli, ¡¿qué estás haciendo?! —le pregunté, pero fue inútil.

La única respuesta fue más disparos rápidos de su arco. Me tuve que escudar sin pensar, mientras que Nuriah se volvía a abalanzar contra mí, dándome fuertes ataques, pero con mucha fuerza, como si su vida dependiera de ello.

—¡¡PAPÁAAA!! ¡¡¿DÓNDE ESTÁS?!! ¡¿QUÉ ES ESTO?! —gritaba sin parar mientras me atacaba.

Eso fue lo que más me extrañó, y me comencé a dar una idea de lo que pasaba; no me reconocía, y lo peor de todo, me estaba buscando.

—¡¡Hija, soy yo!! ¡¡Detente!! —intenté avisarle, pero ella seguía con sus ataques.

Me era complicado bloquear los ataques de Nuriah a la vez que Tureli me disparaba, por lo que un par de flechas más impactaron en mi brazo y una en mi hombro. Y al querer cubrirme, Nuriah logró conectar un golpe en parte de mi pecho.

—¡¡¿POR QUÉ ME DEJARON SOLA?!! —gritó casi en llanto, sus ojos estaban cristalinos.

—¡Nuriah, reacciona! —intenté hablar, pero cada vez que hablaba ella se ponía más histérica.

Tenía que pensar en algo, no podía solo lastimarlos. Y más a sabiendas de que no estaba solo; la persona que les disparó esas agujas a los niños debía seguir cerca. Pero al ver cómo estaba la situación, supe lo que tenía que hacer.

—Perdóname, Tureli. —le dije mientras corría hacia él con el escudo por delante, y antes de que saliese volando, le di un fuerte puñetazo con el brazo de Rauru.

Afortunadamente fue suficiente como para noquearlo y que cayera al suelo. Pero inmediatamente después, Nuriah me dio un fuerte corte profundo en diagonal por toda la espalda. Caí con una rodilla al suelo; mi piel era más resistente, pero su ataque estaba lleno de desesperación.

Cuando Nuriah dio el siguiente golpe, logré detener su espada, tomándola con la mano de Rauru; que ya sabía que esta podía aguantar bien el filo de las armas. Pero fue ahí cuando me di cuenta.

Bajando de esa roca gigante, a la derecha del camino, aterrizó una figura que ya conocía bien. Envuelta de brazos y piernas con cintas púrpuras, llenas de escritos mágicos. Cabello blanco, peinado en dos bolitas en su nuca, lentes de armazón rojo, y una mirada asesina; era Josha.

—Tú... —dije mientras forcejeaba con Nuriah.

—Te dije que nos volveríamos a ver. —me dijo con soberbia, mirándome desde arriba con animosidad.

De pronto desenvainó de su espalda un arma letal, una Hoja de lizalfos plateado; con una forma de rebanadora gigante de color negro y rojo. Eso era malo, tenía una mano ocupada, y a duras penas podría escudarme.

Recuerdo de un amor [#3] - Link y Apaya - Zelda TOTK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora