-13. Nada [más] importa

521 40 115
                                    

Día cinco desde la desaparición de papá.

Todo es un asco.

El capitán Hozlar me atrapó intentando ir al hueco en el castillo, y me acusó con Tauro. El cobarde me dijo que no le dirá a mamá, pero solo si no lo vuelvo a hacer. Todavía cree que puede hacer algo para caerme bien, ¡a este punto de los problemas!

La tía Prunia sigue encerrada haciendo más y más planes para sus torres Sheikah, ojalá sirvan de algo.

Y he tenido que volver a animar al llorón de Roham... Me gustaría que vuelva a la Ciudadela de la meseta, pero la guardia real me dijo que no quiere que salga del fuerte. Así que me toca hacerle más compañía a la ratita...

Ash...

Papá, donde quiera que estés, ven pronto...

...

La guerra había comenzado. El castillo de Hyrule, tan glorioso, viejo, y hórrido, ahora se encontraba doscientos cincuenta metros elevado sobre el nivel del mar; alrededor de este, un aura carmesí que ascendía hacia el cielo, como si de humo se tratase. Además de un enorme agujero dejado en el lugar donde se encontraba.

Toda Hyrule había cambiado gracias al regreso de los monstruos en la tierra, junto con nuevas criaturas vagando por los verdes campos, aguardando, cazando, desapareciendo a quienes se sentían a salvo en las praderas. Pues como antes, algunas aldeas estaban a salvo de la aparición espontánea.

Mientras que los cielos ahora estaban plagados por islas flotantes a distancias variadas de altitud. Algunas eran cercanas, y otras casi indistinguibles por el ojo hyliano.

En lo que nos concierne a la Llanura de Hyrule, el campamento del observatorio de Prunia había tenido que fortalecerse, pues se encontraba casi en medio de las zonas de riesgo. Así que se estableció un perímetro alrededor del bastión central, y se levantaron muros atrincherados por la guardia real y Construcciones Karid, para aguantar y pelear cualquier tipo de invasión bokoblin. Junto con estacas afiladas, y una fosa de agua alrededor.

Ahí, junto a los muros, en la puerta este, se encontraba Roham, sentado en el pequeño puente encima de la fosa, con los pies colgando. Sollozaba un poco, sus ojos ya rojos, y miraba su propio reflejo en el agua.

-Ciento... Ciento treinta y cuatro... -soltó mientras se sonaba.

Era clara la razón por la que lloraba, pero ver su propia imagen reflejada y algo distorsionada le hizo recordar a Link. Mismo cabello, mismo tono de piel y color de ojos. Le hizo querer secarse, además de los pasos que escuchaba a sus espaldas.

-¿Otra vez viniste a llorar, ratita? -preguntó Nuriah apareciendo en el marco del portón este.

Terminó de secarse los ojos con su brazo antes de darse la vuelta y mirara la chica peliblanca con expresión dura.

-No me gusta que me digas así... -respondió Roham intentando mantenerse firme, y fingir que no estaba llorando.

-Pero viniste a llorar, ¿no es así? -insistió ladeando un poco la cabeza.

Se quedó callado ante la pregunta y volvió a ver al agua de la fosa. Realmente no tenía ganas de seguirle la conversación a Nuriah.

-Vamos... Apenas han pasado cinco días. -le dijo de manera ya más comprensiva. -Papá es un experto matando monstruos. Estará bien protegiendo a tu mamá.

-Sí, pero... me gustaría que estuviera aquí...

Dicho esto, Nuriah le ofreció una mano para levantarlo. Aunque rodeando un poco los ojos, le cansaba que a su parecer Roham se comportase como un niño pequeño; desde luego también extrañaba a su padre, pero confiaba en él. Sin más, el chico tomó su mano y se levantó, aunque intentaba no mirarla a los ojos.

Recuerdo de un amor [#3] - Link y Apaya - Zelda TOTK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora