Capítulo 6

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Llega el viernes.

Jungkook se ajusta la corbata ante el espejo de nuestra habitación y yo protesto desde la cama: —Venga, va, Jungkook, el año pasado no fui a la Feria de Jerez.

Él me observa a través del espejo con su gesto serio y responde: —Porque tú no quisiste, pequeño..., porque tú no quisiste.

Valeeeee... Tiene razón. Él tenía un viaje a la República Checa y preferí
acompañarlo.

Sigue anudándose el nudo de la corbata cuando añade: —Cariño, ve tú a la feria y dale el gusto a tu padre. Yo estoy muy ocupado. Sabes que voy a tope de trabajo y... —¿Por qué no delegas parte de tus tareas a alguno de los directivos? —Jim..., no comiences —murmura. —Pero vamos a ver... —protesto levantándome—. Antes delegabas una gran parte del trabajo en ellos y podíamos estar más tiempo juntos. ¿De qué sirve el dinero si no lo podemos disfrutar?

El gesto de mi alemán se descompone, ¡faltaría más! Ya estoy diciendo algo que lo incomoda y, sin responder a lo que le he preguntado, replica: —Mira, Jim, es mi empresa, tengo que atenderla, y no puedo perder el tiempo en ir de fiestecita a Jerez, ¡entiéndelo!

Eso me subleva. Por supuesto que Jungkook me anima a que vaya a la Feria de Jerez, pero yo quiero que me acompañe. Poder caminar del brazo de mi espectacular marido, pasar tiempo con él y hacerle saber a todo el mundo lo asquerosamente feliz que soy. Si voy solo, comenzarán las habladurías, y no me apetece que le pongan la cabeza como un bombo a mi padre.

Pero ya me ha quedado claro que Jungkook no está por la labor y, como no quiero discutir con él, cuando comienza a sonar en nuestro equipo de música la canción Me muero[5] de La Quinta Estación, miro a mi chicarrón, me levanto, me planto ante él y digo:—Vamos. Baila conmigo.

Jungkook me mira, sigue con el ceño arrugado y protesta. —Jim, tengo prisa.
No desisto y, mientras mentalmente tarareo eso de «me muero por besarte,
dormirme en tu boca»,[6] insisto: —Vamos, Iceman, baila conmigo.

Pero nada, ¡ni Iceman ni leches! Al parecer, hoy no es el día, y Jungkook vuelve a fulminarme mientras protesta:

—Jim. Te he dicho que tengo prisa y no estoy para tonterías.

Oír eso me molesta. ¿Por qué es incapaz de ver mi detalle? ¿Por qué no se muere por bailar conmigo? —Pues vale —murmuro sentándome de nuevo en la cama—. Tú te lo pierdes.

Durante unos segundos permanecemos los dos callados mientras contemplo cómo mi amor se pone la chaqueta. Dios, qué increíble está vestido con traje. Al ver que me observa a través del cristal para comprobar si estoy enfadado por el desplante que acaba de hacerme con el bailecito, digo dispuesto a seguir con el tema de Jerez: —Oye, Jungkook, yo te acompaño todos los años sí o sí a la Oktoberfest y... —Jim, ¡no es lo mismo!

Oírlo decir eso me hace reír, pero de maldad, y achinando los ojos siseo: —¿Cómo que no es lo mismo? —Cariño, la Oktoberfest se celebra en Múnich y no tengo que dejar nada de lado, pero para ir a Jerez, he de aparcar las obligaciones y viajar a otro país; ¿acaso eres
incapaz de entender lo que digo?

No. No soy incapaz de entender lo que dice, lo que me da rabia es que Iceman sea incapaz de ponerse en mi lugar. —Sólo quiero que entiendas que para mí también es importante asistir a la feria de mi tierra cogida de tu brazo para que a mi padre no le pongan la cabeza como un bombo con los cotilleos —replico—. Sólo eso.

Jungkook no contesta. Su gesto ceñudo lo dice todo y, al final, decido callar o, sin duda, vamos a tener una buena. Me siento rumboso, y más tras el desplante que me ha hecho con el puñetero baile.
Diez minutos después, ya en la cocina, como no he dicho nada, mi alemán se
acerca a mí, sabe que lo ha hecho mal, y me abraza. —Intentaré buscar días libres para ir a Jerez —murmura—, pero no te prometo nada, ¿de acuerdo, pequeño?

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora