Capítulo 34

38 5 0
                                    

Una de las mañanas en las que Jungkook y yo vamos en el coche hacia Jeon's, le suelto: —Digas lo que digas, creo que deberíamos concertar esa entrevista con el psicólogo. —No. —Su tutor lo recomendó, cariño. Soobin necesita un tipo de ayuda que quizá nosotros no somos capaces de darle.

—He dicho que no. Soobin ya fue a demasiados psicólogos cuando era pequeño y no quiero que tenga que volver a ir. —Pero, Jungkook, ¿no ves que el problema que tenemos con él se nos escapa de las manos?

Mi amor no contesta. Sé que sabe que tengo razón, pero su cabezonería no lo deja reaccionar. Finalmente sisea: —He dicho que no. Yo me ocuparé de él.

Me callo. Mejor me callo lo que piensen relación con eso. No sé cómo se va a ocupar de él trabajando todo lo que trabaja pero, como no tengo ganas de zanjar el tema como él pretende, insisto: —Jungkook, no eres consciente de muchas cosas. Ayer, cuando llegué a casa... —¿Qué pasa ahora?

Como siempre, soy portador de malas noticias. El que él no esté últimamente
mucho en casa le hace perderse el modo en que Soobin se está comportando con todos. —Ayer por la tarde —digo—, cuando llegué a casa, Soobin estaba discutiendo con Norbert y no me gustó el tono que utilizó.

—Es un crío, Jim..., no te tomes todo lo suyo a mal.

Su contestación me sorprende. —¡Claro que es un crío! Pero ¿acaso tú y yo no le estamos enseñando educación?

Mi respuesta lo hace resoplar y, tras un tenso silencio, pregunta: —Vamos a ver, Jim, si tan mal le habló a Norbert, ¿por qué no me lo dijiste cuando llegué?

Lo miro. Calibro mi respuesta y, con sinceridad, contesto: —Porque quería tener la noche en paz.

Sé que mi respuesta le hace pensar y, tras volver a suspirar, mi amor asiente. —¿Qué tal si hablamos con él esta tarde cuando regrese? —¿Vendrás pronto?
Jungkook sonríe. Pone la mano sobre mi rodilla y afirma: —Te lo prometo.
Saber que va a llegar pronto a casa me hace sonreír. —Perfecto.

Durante un rato, los dos nos callamos, hasta que digo: —¿No te apetecería algún día hacer una locura como hacíamos antes y, por ejemplo, coger el avión y marcharnos a Venecia, a Berlín, a Polonia, a Dublín o a cualquier lado tú y yo solos?

Jungkook sonríe, luego veo cómo niega con la cabeza y responde: —No estoy para locuras. Tengo mucho trabajo.

Su contestación no es la que esperaba, y volvemos a quedarnos en silencio. Algo pasa entre nosotros que nos hace tener estos silencios. Pero, deseoso de que eso desaparezca cuanto antes, pregunto: —¿No te sorprendió lo que te conté del tutor de Soobin?

Jungkook no parpadea. Me mira... Después mira la carretera..., vuelve a mirarme y finalmente dice: —No. ¿Por?
Ahora el que parpadea y lo mira soy yo. —Pues porque el tutor de Soobin... —respondo—, tú y yo..., pues eso.

Jungkook sonríe. Dios..., cómo me gusta verlo sonreír. —Pequeño, imagino que su discreción será tan grande como la nuestra. —Y, guiñándome un ojo, añade—: Todos los que vamos al Sensations nos hemos encontrado en un momento dado con alguien de allí y, como te digo, la discreción es lo que prima. Por algo somos adultos.

Asiento. La verdad es que tiene razón. ¿Por qué comerme el coco?

Una vez llegamos a Jeon's, en cuanto subimos en el ascensor quiero besar al
hombre que adoro, pero él ya está centrado mirando unos papeles con el ceño fruncido. Cuando el ascensor se detiene en mi planta, lo observo con la esperanza de que él desee besarme, pero sólo me mira, me guiña un ojo y dice: —Que tengas un buen día, cariño.

Sonrío, salgo y las puertas del ascensor se cierran. Ni beso, ni abrazo, ¡ni ná!
Pero ¿qué nos está pasando?

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora