Capítulo 48

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La semana es para mí una tortura.
Embarazado... ¿Cómo puedo estar embarazado?

No consigo dejar de pensar en ello, pero me convenzo de que no lo estoy. No puede ser.
En casa, veo a Jungkook pasar por delante de mí y saber lo que sé y no compartirlo con él me duele, a pesar de que soy yo el que no lo comparte. No sé cómo va a reaccionar y, sobre todo, si realmente estoy embarazado, ¿debo tener este bebé estando como estamos?

Pienso..., pienso..., pienso y, cuando veo a Jungkook y a Hannah, el corazón se me encoge. Pensar que en mi vientre, quizá, esté creciendo una nueva vida, como esas dos que delante de mí sonríen y me hacen sonreír, me parte el corazón.

El miércoles, sin poder aguantar un segundo más, me voy a una clínica. Necesito saber si lo estoy o no para decidir qué hacer. Me hago un análisis de sangre y otro de orina y cuando, horas después, voy a recoger los resultados y veo ese positivo ¡tan positivo!, creo que me voy a morir.

¿Cómo me puede estar pasando esto?

Ese día, Jungkook llega pronto del trabajo, intenta estar cerca de mí y de los niños, pero yo, en cuanto puedo, me escabullo y me sumerjo en mi burbujita de dudas con respecto a qué hacer. ¿Debo o no seguir con ese embarazo?

En silencio, mientras paseo con Susto y Calamar por la noche en la urbanización, pienso..., pienso... pienso... Y me doy cuenta de que ya no sólo me encuentro mal por lo que ha pasado con jungkook, sino que ahora también me siento mal por lo del bebé y por mi frialdad hacia él.

Por increíble que parezca, durante la cena, Soobin intenta darnos conversación.

Como es lógico, Jungkook le responde, pero yo me mantengo callado. Ahora sí que soy un
monosabio. Simplemente ceno y, cuando acabo, me levanto y desaparezco de escena.

Si los Jeon tienen mala leche, los Park ¡no nos quedamos cojos!

El jueves, tras un caótico día de trabajo, cuando estoy tirado por la noche en el sofá del salón totalmente apático con Susto y Calamar repanchingados a mi lado, de pronto Jungkook entra con una sonrisa, me enseña unas pizzas congeladas y anuncia, sin quejarse porque los animalitos estén allí, a pesar de que no le gusta porque dice que
dejan pelos:

—Esta noche hago yo la cena.

Vale..., meter unas pizzas congeladas en el horno no es hacer la cena, pero como no quiero decir algo inapropiado, asiento y respondo sin mucho entusiasmo: —¡Qué ilusión!

Tras decir eso, continúo viendo la televisión mientras, con el rabillo del ojo, observo cómo Jungkook me mira parado donde está, me observa, busca una conexión, pero finalmente se da la vuelta y se marcha.

Veinte minutos después, entra de nuevo en el salón y dice al ver que estoy viendo la serie «The Walking Dead»: —Jim, la pizza ya está lista. ¿Quieres que cenemos aquí o en la cocina?

Estoy por decirle que cenemos aquí. Sé que a él y a Soobin les horroriza la serie que veo, y sé que cenarían sin rechistar, pero no quiero que la cena les siente mal, por lo que paro la serie y digo: —En la cocina. —Pues entonces, ¡vamos! Soobin ya está allí esperando.

Me desperezo en el sofá mientras soy ñ consciente de cómo él me mira a la espera de una sonrisa, pero no. No voy a sonreír. Lo voy a privar de mi sonrisa como él me priva mil veces de la suya; ¡que se jorobe y sufra!

Con cariño, beso la cabeza de mis animalillos y les ordeno que me esperen allí; no tardaré mucho.

Cuando entro en la cocina veo sobre la mesita tres platos, dos coca-colas y una cerveza. Soobin ya está sentado. Me guste o no reconocerlo, en los últimos días la actitud del chaval ha cambiado, incluso Simona me dijo que vuelve a hablarse con Josh, el vecino.
¿Le habrá visto las orejitas al lobo?

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora