Capítulo 38

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Con una copa de vino en las manos, miro el cielo.

Ha finalizado la increíble experiencia del maridaje estelar y estoy relajado. Hace fresquito, pero la temperatura es tan agradable que da gusto estar sentado al aire libre disfrutando de la tranquilidad en una noche de luna llena en este sitio tan especial.
Nunca me ha gustado el vino, quien me conoce sabe que prefiero una coca-cola con hielo, pero el caldo de esas bodegas me ha enamorado y hasta le he pillado su puntito rico.

Creo que me llevaré varias botellas para jungkook. Seguro que él lo aprecia mucho más que yo y, si me permite, le contaré la experiencia tan increíble que he vivido en el
maridaje.

Pienso en mis hijos y sonrío. Pensar en ellos hace que me sienta feliz, aunque, cuando me acuerdo de Soobin, mi sonrisa se desdibuja. Echo de menos pasar horas con él hablando sobre música o cualquier otra cosa. Pero, bueno, la situación es la que es y, ante eso, poco puedo hacer yo hasta que el niño decida incluirme de nuevo en su vida, si es que lo hace.

También pienso en Jungkook. En mi rubio y grandote alemán. ¿Qué estará haciendo
ahora? ¿Se acordará de mí?

Unas carcajadas me devuelven a la realidad y tengo que reír cuando veo a mi amiga Mel muerta de risa a dos metros de mí escuchando lo que una chica de la cuadrilla de Amaia cuenta. —Verdaderamente, el lugar y el vino son maravillosos, pero sé que te mueres por
una coca-cola con mucho hielo.

En cuanto oigo eso, mi respiración se corta. No, no puede ser... Y, dándome la vuelta, recibo una de las mayores sorpresas de mi vida cuando veo a escasos centímetros de mí, de pie, vestido con un jersey azulón y unos vaqueros, al hombre que me da o me quita la vida.

Jungkook está a mi lado y, bloquedo por la sorpresa, consigo murmurar: —Pero... pero ¿qué haces aquí?

Mi alemán, ampliando su sonrisa al ver mi buena predisposición, se sienta junto a mí en la silla libre que hay a mi derecha y, sin responder a mi pregunta, acerca sus cálidos labios a los míos y me chupa primero el superior, después el inferior, y me da un mordisquito. A continuación, lo oigo susurrar: —He venido a ver a mi pequeño y a pedirle disculpas por ser tan gilipollas.

Ay, que me lo como, ¡ay, que me lo comoooooooooooooooooo!

Desde luego, cuando quiere sorprenderme, mi gilipollas particular sabe hacerlo muy bien y, cuando me veo capaz de abrir la boca para articular dos palabrasseguidas, dice:

—Cariño, hay cosas que me siguen enfadando de todo lo que ha ocurrido y que tendremos que hablar una vez regreses a casa, pero tenías razón en cuanto al hecho de que, siempre que yo estoy de viaje y te llamo por teléfono, tú eres mil veces más agradable que yo, por lo que he venido a solucionarlo.

Encantado con lo que he oído, sonrío. Esos tontos detalles son los que siempre me han enamorado de Jungkook. —¿Y los niños? —pregunto entonces. —En casa. —Y, tras echar un vistazo al reloj, afirma—: E imagino que durmiendo a estas horas.

Olvidándome de las personas que están a nuestro alrededor, con deseo agarro el cuello de mi rubiales y lo beso. Lo degusto, lo disfruto y, cuando por fin siento que tengo que separarme de él o lo desnudaré allí mismo, pregunto: —¿Cómo sabías dónde localizarme?

Con una ponzoñosa sonrisa, mi amor mira en dirección a Mel, y ella, al ver que la miramos, nos guiña un ojo. —Tenemos una teniente con muy mala leche que anoche me hizo ver lo burro e idiota que estaba siendo con mi precioso —explica Jungkook —, y una vez colgué, decidí resolverlo. Por eso, esta mañana he hablado con el piloto de nuestro jet y, tras quedar con él, me ha llevado hasta Bilbao. Allí, tirando de contactos, un amigo que tiene una empresa de helicópteros me ha conseguido un piloto privado que me ha traído hasta aquí y que me llevará de vuelta a Bilbao dentro de tres horas para que regrese a casa antes de que los niños se despierten y sepan que su padre ha hecho esta locura por su padre.

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora