Capítulo 24

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Una hora después, desde el teléfono de Mel, Jimin llamó a la oficina para hablar con Mika y, al ver que su ausencia no descabalaba nada, decidió olvidarse de Müller y se marchó con Mel a pasar el día, sin imaginar que su marido estaba removiendo cielo y tierra para encontrarlo. Sin embargo, a media mañana sonó el teléfono de Mel. —Oh..., oh... —dijo ésta al ver que era Jungkook quien llamaba—. Houston, tenemos
un problema.

Al ver en la pantalla el nombre de su marido, Jimin lo cogió. —¿Qué quieres? —dijo.

Jungkook, que estaba en la oficina, se llevó las manos a los ojos al oír su voz e, intentando contener la furia que sentía, preguntó: —Jimin, ¿dónde estás?

Envalentonado por la distancia, el respondió: —Como ves, estoy con Mel.
En la línea se hizo entonces un silencio incómodo y, cuando Jim no pudo
soportarlo más, preguntó: —¿Quieres algo o pretendes que sólo escuche tu respiración?

Furioso como desde hacía tiempo que no lo estaba, Jungkook dio un puñetazo sobre la mesa y gritó: —¡Llevo toda la mañana buscándote como un loco y...! —Mira, Jungkook. Yo también sé gritar y, si sigues hablándome así, te juro que lo haré, ¿entendido?

Jungkook, que había perdido completamente los papeles, continuó chillando. Entonces Jim, retirándose el teléfono de la oreja, miró la jarra de agua donde todavía estaba sumergido su móvil y dijo: —Mel, o me quitas tu teléfono ahora mismo de las manos o creo que va a seguir el mismo camino que el mío. —Ni se te ocurra —respondió ella arrebatándoselo.

Jimin sonrió por su respuesta, y Mel se puso el teléfono a la oreja y murmuró: —Jungkook..., Jungkook..., soy Mel. Jimin está conmigo... No..., no..., escucha..., no quiere hablar contigo. Creo... creo que... Eh... eh... eh..., ¡joder, Jungkook, ¿te quieres tranquilizar?!

Jimin, que estaba acostumbrado a discutir con su marido, miró a su amiga y, finalmente, sonriendo, le quitó el teléfono de las manos. —Vamos a ver, Jungkook —dijo—, tienes mucho trabajo. ¿Qué tal si sigues trabajando y me dejas pasar la mañana en paz? —Jimin, te estás pasando... —siseó él.

El soltó entonces una risotada que lo caldeó aún más. —Soy consciente de ello —replicó Jim—, pero permíteme decirte que tú lo llevas haciendo desde hace tiempo. Y ahora, por favor, no vuelvas a llamar, porque no quiero hablar contigo. Ya nos veremos esta noche en casa cuando regrese. Adiósssss, guapito.

Y, dicho esto, colgó. —Madre mía, la que te espera esta noche cuando vuelvas — susurró Mel mirando a su amigo fijamente.

Consciente de ello, Jimin asintió y se encogió de hombros. —Tranquila —dijo—. Sobreviviré.

Diez minutos después, Björn llamó a su futura mujer e intentó sonsacarle dónde estaban, pero al final terminó diciendo: —Vale..., vale..., Parker, yo recojo a Sami del cole. ¿Vas a llegar muy tarde?
Mel miró entonces a su amigo y respondió: —Cariño..., me voy a ir con Jimin a celebrar nuestro compromiso. Entiéndelo, es el único amigo... amigo que tengo aquí.

Björn suspiró. Se fiaba totalmente de su chica, pero saber que Jimin no estaba
bien y que iban a celebrar el compromiso lo hizo insistir: —Cariño..., entiéndeme, me ha llamado Jungkook, está preocupado por Jimin. —Lo entiendo, Björn, pero es que Jimin no quiere hablar con él ahora, entiéndeme tú a mí. Y, lo siento, te quiero con toda mi alma, pero no voy a decirte ni dónde estamos ni adónde nos vamos a ir a celebrarlo. —Mel, no seas cabezona. —Björn, no seas pesadito.


Al ver que el tono de la conversación comenzaba a variar, Jimin le quitó el
teléfono a su amiga. —Björn —le dijo—, como se te ocurra discutir con Mel por el gilipollas de tu amigo, te juro que no te lo voy a perdonar. Y, antes de que digas nada más, déjame decirte: ¡enhorabuena! Mel ya me ha contado lo de la boda y estoy muy feliz por
vosotros.

El alemán sonrió. Todavía no se creía que su novia hubiera hecho lo que hizo la noche anterior y, mirándose el dedo, que ya no tenía chocolate, respondió: —Gracias, Jimin, te aseguro que lo celebraremos otro día todos juntos. Pero ahora, por favor, ¿por qué no me dices dónde estás, para que, así, Jungkook y tú podáis encontraros para hablar...? —Es que no quiero hablar con él. —Jimin..., no seas cabezota. —Björn..., te voy a mandar a la mierda.

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora