Capítulo 12

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Salir con los niños, y más con cuatro, es siempre una aventura, pienso agotado.

Una vez acomodo a los críos en el coche, miro a Pipa y le pregunto: —¿Vas bien?
La pobre, que es más buena que el pan y tiene pinta de monja, me mira y
responde: —Sí. Gracias, Jimin.

Una vez que ve que todos estamos bien, Jungkook, mi chicarrón, arranca el motor del coche. —Mel y Björn ya salen del garaje —digo entonces—. Síguelos. —¿Vamos al restaurante de Klaus? —Asiento, y mi amor responde tocándome la rodilla—: Entonces, tranquilo, pequeño, sé llegar.

Sonrío. Soy feliz y, cuando oigo el primer lamento de mi preciosa pero llorona niña, me vuelvo y comienzo a cantarle eso de «Soy una taza, una tetera, una cuchara, un cucharón»,[9] y la niña se calla. Le encanta que le tararee esa cancioncita, como al
pequeño Kook le gusta que le cante la del tallarín.

He pasado de escuchar a los Aerosmith a cantar canciones a cuál más tonta, pero que a mis hijos les gustan. ¡Para lo que he quedado!

Soobin, que podría ayudarme, pasa. Se limita a mirar por la ventana y a ignorarnos a mí y a los niños.
Veinte minutos después, agotado de tanta cuchara y cucharón, cuando llegamos al restaurante Jungkook aparca y, entonces, la puñetera niña se ha dormido.

¿Quién sería el padre que la parió?
Animados, salimos del vehículo. Ir a comer al restaurante de Klaus nos encanta a todos. Con cuidado, cojo a la pequeña Hannah y la meto en su cochecito mientras protesto. —Tela con la niña, ¡nos ha salido flamenca!

Veo que Jungkook sonríe.

Me mira..., mira a su niña y, cuando Soobin sale del vehículo con su hermano y Pipa corre tras ellos, el muy tunante me dice: —¿Cómo era la canción?... Soy un cucharón...
Ambos nos partimos. Sin lugar a dudas, ¡la cancioncita se las trae!

Al llegar junto a Mel, Björn y Sami, éstos se fijan en la niña. —Sí —digo—, el monstruito se ha quedado dormido.

Jungkook sonríe, Björn también, y Mel murmura: —Pues cuando se despierte, ¡nos come por los pies!

Volvemos a reír. Todo lo que Hannah tiene de guapa y dormilona lo tiene de
tragona y llorona y, sin duda, cuando se despierte, como dice Mel, ¡nos come!

Al entrar en el restaurante, Klaus nos ve y sonríe, y Sami, que adora a su abuelo,
al que llama lelo, corre hacia él. —Lelo..., lelo..., ya estoy aquí.

El hombre se agacha feliz y mira a la niña. —¿Cómo está mi princesa? —dice. La pequeña, que adora que la llamen «princesa», se toca la corona dorada y
responde: —Bien, pero quiero agua porque tengo mucha sed y papi ha dicho que te pidiera agüita a ti. ¿Me das agüita?

A Klaus se le cae la baba, y rápidamente se mueve para darle a la niña lo que
quiere. Una vez la pequeña tiene su vaso de agua, veo que Klaus mira a mi pequeño y pregunta de nuevo: —¿Y cómo está Superman?

A diferencia de Sami, Kook es más parco en palabras. Sin duda, es un Jeon, y simplemente asiente con la cabeza. Al ver el gesto de Klaus, yo me agacho divertido y aclaro: —Eso significa que está muy bien.

El hombre sonríe e, instantes después, nos saluda a todos. Está feliz por tenernos allí, y noto como siempre el amor que siente hacia su hijo Björn y hacia Mel, que es su ojito derecho.
Instantes después, nos dirigimos hacia la mesa que nos tiene reservada. Björn
acerca dos tronas para Sami y para kook y me pregunta: —¿Quieres otra para Hannah?

Con dulzura, observo a mi Bella Durmiente y respondo: —De momento, no. Dejemos que el monstruito siga durmiendo.

Entre risas, nos sentamos mientras Björn y Mel se llevan aparte a Klaus para darle la buena noticia sobre su boda. Con curiosidad, los observo y me emociono cuando veo al hombre abrazar a su hijo y después a Mel. Sin duda, la noticia le ha gustado.
Media hora después, Hannah se despierta y, tras varias sonrisas a cuál más bonita, comienza con su concierto de lloros. Rápidamente Klaus se lleva a la cocina su potito para calentarlo y, en cuanto lo trae, casi sin respirar, Hannah se lo come, ante la expresión de bobo de su padre.

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora