Capítulo 10

43 5 0
                                    

El domingo por la mañana, tras levantarnos y dar de desayunar a los niños, Jungkook me dice que ha quedado con Björn y que nos vamos a pasar el día con ellos.

Eso me pone de buen humor. Adoro a Björn y a Mel, y estar con ellos siempre es divertido. Soobin intenta escaquearse. Ya no le gusta venir con nosotros a los sitios, pero Jungkook no se lo permite y, al final, mi pequeño gruñón nos acompaña a regañadientes.
Una vez conseguimos arreglar a los niños y cargar en el coche todo lo necesario para pasar el día fuera con ellos, nos dirigimos felices hacia el centro de Múnich. A la una de la tarde, Jungkook y yo llegamos con nuestra tropa, incluida Pipa, a la casa de
nuestros amigos.

Con tres niños que llevamos nosotros y Sami, la niña de ellos, ¡la revolución está asegurada!

En cuanto nos ve llegar, Sami sonríe y corre hacia nosotros. Nos adora tanto como nosotros la adoramos a ella y, tirándose a los brazos de mi amor, pregunta: —¿Me has traído un regalo, tío Jungkook?

Me entra la risa. Sami es tan melosona...

Jungkook, que es un blando con ella y nuestros niños, mete la mano en mi bolso y, como por arte de magia, saca un huevo Kinder.

¡Nunca faltan!

Al verlo, la niña lo coge feliz y, después, corre tras el pequeño Kook, que ya está
trasteando con sus juguetes, mientras que Soobin se sienta en un sillón con cara de circunstancias por no tener su móvil para wasapear.

Björn, mi guapo amigo, se acerca a nosotros y, quitándome a la ceporra de Hannah de los brazos, pregunta: —¿Cómo está mi monstruito?

¡«Monstruito»! Björn la llama así por lo llorona que es.

La niña lo mira. Se plantea si llorar o no por el apelativo, pero finalmente sonríe.

¡Olé, mi niña! Si es que cuando sonríe es para comerse esos mofletes regordetes que tiene, pero oh..., oh..., de pronto arruga el entrecejo, contrae la cara y comienza a llorar.
¡Ea..., ya estamos!

Me río. ¡No lo puedo remediar! Y Björn rápidamente le entrega la niña a Jungkook, que, al cogerla, le sonríe amoroso.

¡Qué paciencia tiene mi amor con Hannah!

Sin duda, la tiene porque es su pequeña morenita, porque, si no fuera su hija,
estoy seguro de que huiría de ella como de la peste. Una vez veo que la niña deja de llorar, miro a mi buen amigo Björn y le pregunto: —¿Has podido solucionar lo de tu página web?

Asiente, tuerce el cuello y afirma: —Mañana volverá a estar operativa. Pero cuando coja a ese tal Marvel, te aseguro que me las va a pagar. Le voy a reventar la cabeza.

Mel, que se acerca a nosotros, mira a Soobin y pregunta: —Cariño, ¿tu dedo está bien? Mamá me envió un wasap para decirme lo que te había ocurrido. ¡Qué dolor!

Soobin me mira para saber si sólo le he contado eso o algo más. Yo no muevo ni un músculo para admitir o desmentir, y finalmente el niño dice enseñándole la mano: —Sí, estoy bien.
Björn, que observa a Soobin, murmura entonces: —Tú y yo tenemos que hablar, jovencito. Me he enterado de algo que no me ha gustado nada de nada en referencia a tus notas.

Soobin resopla, me mira con ojos acusadores, y yo respondo: —Yo no he sido. Habrá sido tu padre.

De pronto, Sami se acerca a Björn y murmura con gesto de tristeza: —Papi, me duele la tripita.

Björn centra entonces toda su atención en la pequeña y, en cuanto le dice dos
monerías, Sami sonríe y se marcha corriendo. Eso me hace reír. Todavía recuerdo lo mucho que le costó pronunciar la erre. Mel pone los ojos en blanco ante la guasa de su hija, le quita a Jungkook a nuestra niña de los brazos para besarla. —Prínsipe..., prínsipe..., ¡creo que te engañan como a un tonto! —murmuro yo divertido mirando a mi amigo.

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora