Capítulo 30

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El jueves, Jungkook y yo nos dirigimos en silencio al trabajo en su coche.

Sigue enfadado por lo ocurrido en el Guantanamera. Si hay algo que a Jungkook lo saque de sus casillas es que lo eche de mi lado, y la otra noche, lo eché. ¡Mea culpa!

Una vez llegamos a Müller, ambos bajamos del coche y, sin apenas rozarnos, caminamos hasta el ascensor, donde cada uno pulsa el botón de su planta. Lo miro con la esperanza de que haga lo mismo que yo, pero nada, ¡imposible! ¡Como si no existiera!

Cuando el ascensor se para, tengo ganas de besarlo, de recordarle que lo quiero,
que me muero por él y que como él no hay nadie, pero su cara de pocos amigos me hace saber que no le apetece oírme.

—¿Irás a la reunión que hay a las diez en la sala de juntas? —le pregunto
entonces.

Jungkook asiente y responde con voz neutra: —Por supuesto.

Desesperado, insisto: —Por favor, mírame y dime que ya se te ha pasado el enfado.

Mi chico me mira, ¡por fin! Pero, sin cambiar su gesto de perdonavidas, responde: —Tengo trabajo, Jimin.
Uis, ¡Jimin!... ¡Mal asunto!

Desisto. Doy un paso al frente, salgo del ascensor y, cuando siento que las puertas se cierran tras de mí, resoplo y murmuro en español para que nadie me entienda: —Jodido cabezón.
Dicho esto, camino con decisión hacia mi despacho y Tania, la secretaria, al verme se levanta y dice: —Jimin, esta mañana han llegado unas flores para ti.

Asiento y, al entrar, veo sobre mi mesa un precioso ramo de rosas rojas y frunzo el ceño.
¿Quién me las habrá enviado?

Dejo el bolso sobre la mesa, camino hacia el ramo que Tania ya ha colocado en un bonito jarrón de cristal y, cogiendo la nota, leo en español:

Nunca dudes que te quiero, a pesar de que en ocasiones me llevas al límite.
Tu gilipollas

Sonrío. No puedo evitarlo. Esos detalles son los que hacen que cada día esté más enamorado de él.
¡Me lo comooooooooooo! ¡Me lo como con tomate!, como dice mi hermana.

Jungkook es único. Irrepetible. Inigualable sorprendiéndome.

Me guardo la nota en el bolso, cojo el móvil y escribo un mensaje:
Te quiero..., te quiero..., te quiero.
Le doy a «Enviar» y, con una sonrisa, espero la respuesta. Pero, transcurridos dos minutos, me sorprendo a mí mismo preguntándome: «¿De verdad no me va a contestar?».

Después de diez minutos tengo ganas de estrangularlo y, cuando han pasado ya
cuarenta y cinco, lo único que me apetece es coger las flores y estampárselas en la cabeza.
Pero ¿cómo puede ser tan cabrito?

Estoy sumido en mis pensamientos cuando Mika entra en mi despacho, ve las flores y dice: —Qué preciosas, ¿son de Jungkook? —Asiento y, sonriendo, cuchichea—: Todavía no puedo creer que el jefazo sea tan romántico contigo.

Asiento de nuevo. Romántico es, y cabezón, ¡ni te cuento! Pero eso no lo digo. No quedaría bien.

Mika se sienta y, juntos, ultimamos detalles de la reunión. Queremos presentarles a Jungkook y a la junta directiva el planning de las siguientes ferias en las que Jeon's participará, y ambos deseamos que todo cuadre a la perfección.

Una vez hemos acabado, Mika y yo nos dirigimos hacia la sala de juntos con
nuestras tablets en la mano y nuestros teléfonos móviles. Al llegar, varios hombres de la junta directiva, que me conocen, me saludan con cordialidad. Les hace gracia que trabaje en la empresa y, cuando Jungkook entra, como siempre ocurre, el universo se eclipsa para todo el mundo y le muestran pleitesía como si de un dios se tratara. Vamos, que sólo les falta gritar «¡Viva el jefe!».

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora