Capítulo III: Encuentros, ¿casuales?

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—¿Qué ves tanto en tu teléfono? — quiso mirar la pantalla de reojo, Gemini

—Quiero saber a que hora terminan sus clases y si alcanzo a encontrármelo a la hora de almuerzo

—¿Debería llamar a la policía? — se burló su gemelo —No te había visto interesado en nadie así — dijo con una pizca de celos y molestia en su voz.

—Hay hermano, no siempre estaré a tu lado soportándote, tengo derecho a enamorarme — le sonrió ampliamente, mientras seguían caminando por el campus. —Además este aparato puede ser muy útil para ayudarte con tu crush — le señaló el celular de último modelo.

—¿Cru... que? — lo miró confundido

—Aish— suspiró Phuwin al tiempo que rodaba los ojos, exasperado. Se detuvo, cruzando los brazos sobre su pecho, miro a su hermano de pies a cabeza y luego volvió a suspirar —Tienes mucho que aprender de mi

—Si, si — tomó el brazo de su gemelo y lo arrastro más rápido dentro del edificio.

Phuwin tenía cierta habilidad con los computadores y tecnología en general, si no fuera porque le gustaba mucho la odontología, hubiese estudiado informática. Desde aquella fiesta a los quince años, Phuwin quiso saber mas de aquel alfa. Comenzando una pequeña investigación privada sobre Fourth Nattawat, gustos, aficiones, vacaciones, amistades, sueños, metas, todo lo sabía.

No entendía por qué hacia todo eso, algo le provocaba aquel chico, sentía que era lo correcto estar cerca de él, sentía calidez y familiaridad cuando lo veía. Cualquiera fuera el motivo, algo tiraba dentro de él, a estar cerca del alfa. Y aun qué, por lo importante de su familia era difícil salir fuera de casa, aprovechaba cada evento o cena con la familia Jirochtikul para "accidentalmente" toparse con el alfa, quien siempre que lo veía, una sonrisa adornaba su bello rostro, haciéndolo derretirse por lo hermoso que le parecía. Y no solo a él, a todos alrededor, lograba cautivar a quien fuera que tuviera la oportunidad de conocerlo.

Para Gemini no fue difícil saber lo que le pasaba a su hermano, pero decidía ignorarlo. Tenían una conexión especial, incluso sintiendo la emoción de Phuwin cuando veía a Fourth en su propio pecho. Un pensamiento se instauro en el Enigma, muy dentro de él y con el paso del tiempo comenzó a crecer más y más, ¿sería tal vez Fourth el destino de Phuwin?, no podía ser posible, si lo fuera, al momento en que se vieron por primera vez, no los hubiesen podido separar más. Había escuchado historias sobre destinados en el pasado, que una vez encontrados no había fuerza que los alejara, siendo devastadora y sublima la manera de que ambas almas gemelas se encontraban, sufriendo horrores si llegaban a estar lejos y peor aún, la muerte si se separaban o rechazaban. Historias espeluznantes y al día de hoy míticas para la sociedad actual. Gemini esperaba que aquello no pasara, depender a ese punto de alguien era aterrador.

¿Tal vez solo se había obsesionado con el alfa?, lo que fuera que le sucediera a Phuwin, no era menor. No quería pensar mucho en ello, ya que el lobo del Enigma, desde que conoció a Fourth en aquella fiesta a los quince, le había susurrado a Gemini una verdad, que hasta el día de hoy el negaba rotundamente.

Hacía tres años en que Gemini no cambiaba a su forma animal, un monstruoso lobo de pelaje castaño, más alto que cualquiera que había en aquella zona. Imponente al llegar a los dieciocho años.

Desde aquella vez que vio a Fourth a los ojos y que su lobo se alteró, prefirió dejarlo escondido dentro de sí, no volviendo hasta la fecha, a ser liberado. Una habilidad que solo él tenía, ya que todos debían por lo menos una vez cada cierto mes, dejar a su animal correr libremente, para no perder su conexión con ellos. Y así también conocer o certificar que sus parejas fueran las correctas. Solo los lobos podían decirle al humano que aquella persona era la suya. Aunque el humano lo negara o no lo supiera, el lobo nunca se equivocaba, y cuando reclamaba suyo a alguno, esa decisión era una sentencia irrompible y no se cuestionaba. Ya que si el humano no lo aceptaba o se alejaba a pesar de que el lobo ya había hecho su reclamo, la única opción era que tanto el lobo como el humano enfermaran, al punto de morir.

Para un Enigma esto era diferente, ya que ellos podían decidir no tener aquella conexión con alguien y no enfermar ni morir. No era así para los demás, pero él podía decidir si quería hacer caso a su lobo o ignorarlo por completo. Incluso ordenarle a su lobo el que no reclamara a nadie como suyo.

Un lazo roto para una pareja destinada o reclamada era mortal. Para un Enigma era la destrucción. Porque no volvería a reencarnar, la madre luna castigaba a aquellos que rechazaban a su lobo, haciendo que nunca más naciera un Enigma en aquella línea sanguínea de esa familia. Por eso los enigmas eran seres tan escasos al punto de ser mitológicos.

Fourth comenzó a encontrarse por "casualidad" con los gemelos más de lo que imaginó, en cada receso, biblioteca, casino, baños. Cualquier parte de la universidad con área común, ahí estaban los hermanos Titicharoenrak. Era fácil verlos, ya que, aunque aquellos lugares habitualmente estaban llenos de personas, ellos estaban solos, en un radio de tres metros a la redonda. Era como si un campo transparente los rodeaba y nadie podía cruzar por ahí.

El aroma de aquel Enigma atacaba su nariz cada vez que se lo encontraba, haciéndosele aquel olor ya familiar. Aquello provocaba que las personas alrededor corriesen lejos. Sintiendo un peligro horrible recorrer sus espaldas, pero para Fourth era solo un cosquilleo en su nariz, haciéndolo rascársela y caminar sin desviarse, ignorándolo por completo. Aun qué, por dentro, quería acercarse a aquel chico alto y frio. Sabía que Gemini lo hacía a propósito, pero el por qué, era la cuestión.

—Sabes que soy omega y si haces eso también me afectas — reclamó su gemelo en un susurro, sentados en los comedores, comiendo su almuerzo.

—¿Hacer qué? — lo mira extrañado Gemini, con la cuchara a medio camino, llena de arroz y pollo salteado con verduras

—Tu aroma, es... abrumador, ahora necesito ir al baño — reclamó molesto Phuwin. Soltando sus cubiertos en la mesa y saliendo a paso rápido de ahí.

Gemini no era consciente de que desprendía aquel leve aroma, era tan leve que no se daba cuenta, pero para los demás mortales era fulminante. Ahora entendía porque todos corrían lejos de él, siempre lo hacían, pero ahora parecían más aterrados que de costumbre. Pero ¿por qué pasaba esto?, él es capaz de dominar todo de él, ¿acaso el no sacar a su lobo por tres años le estaba pasando la cuenta? Lo que le había dicho la última vez no podía ser cierto, es por eso que le negó la salida. Tal vez su lobo se estaba vengando de él, pero eso no podía ser.

Phuwin mojo su rostro mas veces de las que pensó, hasta que el efecto de las feromonas de su hermano, desaparecieran por completo. Respiro ya mas calmado esta vez, volviendo a terminar su almuerzo, cuando a tres mesas de distancia de la suya choca con alguien, cayendo sobre su trasero. El desconocido se disculpo de inmediato, reconociendo de quien se trataba, Phuwin no alcanzó a decir nada cuando sintió unos brazos que lo ayudaban a levantarse, al ver tras él, de quien se trataba, quedo congelado. 

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Enigma (Gem4th)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora