7. Puede ser

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Summer

- ¿Yulia has cenado? -pregunta alegremente Frida.

Joder con cupido de corazón roto.

- No-contestó y una sonrisa se volvió a lucir, pero hacia mí.

- Pues, será un placer tener un plato más en la mesa- la invitó alegremente.

- ¿No estabas viendo Friends? -mandé para que mirase para adelante.

- Estábamos a punto de cenar –me dirigí hacia la cocina.

Ella me siguió y se quedó apoyada en la isla mirando como cocinaba, o hacia un intento de ello, y cuando lo probé, supe que se me habían pegado, y parecía que se te iban a derretir en la boca ¿en serio es esto lo que voy a servir?

Fui a tirarlos, pero una mano me paró.

-¿Por qué los tiras?

-No son muy dignos para tan alta visita.

-Comeré eso, no pasa nada-me los quitó y los dejo encima de la encimera.

-Yo no lo haré, ni te recomiendo que lo hagas, se han quemado-se los quité.

-Vale ¿quieres que llame para que traigan algo de comer?

-No, Yulia, seguro que tengo aquí algo de comida basura para hacer.

Estaba buscando por el frigorífico algo para hacer, pero no encontraba nada.

-¿Y si lo volvemos a intentar ?-me ofreció Yulia con un sobre en la mano de pasta a la carbonara.

Sabía que esa pregunta no iba solo a por los macarrones que se me habían quemado, pero que se te quemen una vez es mala suerte, pero dos... es torpeza.

-Bueno, si no hay otra opción-con esa respuesta, y una irremediable sonrisa.

- ¿Me acabas de decir que sí? -se colocó detrás de mí, hablándome al oído.

-Sí, Yulia, sí.

No lo quería pensar, pero a parte, no lo podía pensar, cuando estoy con Yulia es como si me metiese en una atmosfera diferente, en una burbuja donde solo existimos ambas, donde solo la escucho a ella, la huelo a ella, la veo a ella, es como si le entregase todo, y aunque ahora me de igual, después tendré consecuencias.

-No he traído el anillo, cielo-todavía estaba detrás de mí, apoyada en mi hombro.

-No he ducho que sí al matrimonio, he dicho sí, a volver a intentarlo.

Su ilusión se había decaído.

-¿Por qué te quieres casar conmigo?

-Algún día lo entenderás-me cogió la mano.

-Yulia, estás muy pegada a mi-miré en dirección Frida-Y a mi amiga le acaban de romper el corazón, a esa que esta ahí.

-No creo que le importe mucho que este aquí.

A los segundos se tiró hacia atrás, apoyándose en la encimera, al lado mío.

-¿Cómo sé que has cambiado?-la volví a mirar.

En esos ojos me perdí, y me sigo perdiendo en ellos, como lo haré en un futuro.

-Ponte delante de mí.

Cumplí la orden con gusto, me cogió las manos, y me pegó más hacia ella.

-Oh, ahora lo veo más claro, tienes arrugas-tuve que mirar hacia arriba para ver sus ojos.

Sé que le había hecho gracia la pequeña broma, porque no tenía arrugas, y de eso ella está segura.

Estábamos tan pegadas que sentía como si su corazón latiese dentro de mí, como si nuestros pulmones se hubieran sincronizado. Esto no era la primera vez que nos pasaba, como si de un imán se tratase.

-Mete tus manos dentro de mi sudadera.

Sus órdenes eran claras, y yo no sé lo que significaba esto pero no iba a decir que no.

Lo primero que sentí fue su piel, era suave, delicada, fina, hice circulos en su abdomen con el dedo, mientras tanto nos mirbamos, subí un poco más los dedos, sus pulmones se volvieron a llenar fuertemente con ese movimiento, con un dedo recorrí el contorno de su pecho, sin tocarlo, y después el del otro, mientras mi otra mano se centraba en tenerla en su espalda, mi dedo volvió a dibujar en el entrepecho.

-Mírame a los ojos, cielo.

Yulia seguía trabajando por una reparación constante y normal.

Mi dedo recorrió cada espacio de su pecho, pero esta vez sin tocar el pezón, me estaba reservando, no quería toquetearla como si fuera cualquier cosa, yo la tocaba como si fuera lo más preciado que tuviera.

Ya más tardé me deleité con su pezón, con ambas manos, cosas de ser ambidiestra. De pronto piñizqué sus pezones, y ella dio un pequeño salto junto a pequeño gemido.

-¿Qué pasa?

Frida se estaba girando, así que saqué mis manos de su sudadera, y las llevé rápidamente a la cazuela.

Se me escapó una carcajada.

-Me he quemado intentando ayudarla.

-A-puso una expresión rara, me miró, y se giró a ver la tele.

Cuando pasó unos minutos, y se volvió a quedar Frida absorta con la televisión, volvimos a hablar.

-¿Te hace gracia?

-No, menuda desgracia-dramaticé.

Sus ojos se salieron de las orbitas.

-Sigue vacilándome-se puso seria y se acercó a mi oído- porque te tocaré encima de la mesa, hasta que te quedes sin voz de gemir.

Mi piel se tensó, como mi espalda, y se erizo cada pelo que tenía. Con su aliento cayendo sobre mi oreja.

-Ya esta la cena-avisé en alto.

Nos sentamos a cenar, todo iba perfecto, Frida y Yulia hablaban sobre sus respectas vidas, mientras Frida le hace el tercer grado, sin darse cuenta que Yulia la estaba analizando.

Cuando Yulia sacó la información que necesitaba, su mano cayó sobre mi muslo, muy cerca de mi entrepierna.

-No me has contestado-me recriminó.

Me volví a perder en sus ojos, y eso no me gustaba, menos con Frida delante.

-No lo volveré hacer-contesté finalmente-Por ahora.

Alzó una ceja. 

Atada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora