VIVIERON...

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La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, pintando tonos dorados en la habitación. Darya, Frost, Caitlin y Ana se despertaron gradualmente, cada una sumergida en su propio mundo de sueños y pensamientos. El tic-tac del reloj en la mesita de noche marcaba el ritmo pausado de la mañana, mientras el día se desplegaba ante ellas con promesas de normalidad y rutina.

Darya bostezó y se estiró, sintiendo cómo la suave brisa de la mañana acariciaba su piel. Miró a su alrededor, su mirada recorriendo las paredes familiares de su habitación. La calma reinante la envolvía, y se levantó con determinación, lista para enfrentar lo que el día tenía preparado.

En la habitación contigua, Frost despertaba con una sonrisa pícara en los labios, sus pensamientos aún inmersos en sueños traviesos. Se estiró con gracia felina, deleitándose en la sensación de su cuerpo recobrando vida. Frost sabía que el día podría traer cualquier cosa, pero por el momento, se permitió disfrutar de la tranquilidad matutina.

Caitlin se encontraba en la cocina, preparando un desayuno nutritivo para todas. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mientras las tostadas crujían en la tostadora. Su mirada se deslizó por el reloj de pared, calculando el tiempo antes de que Ana y las demás se unieran a ella.

En la habitación de Ana, la joven aún se encontraba en un mundo de sueños, ajena al amanecer que se filtraba por la ventana. Su rostro se relajó en una sonrisa mientras soñaba, sumergida en aventuras que solo su mente podía crear.

Con el tiempo, las cuatro mujeres se reunieron en la cocina. El ambiente estaba lleno de risas y charlas animadas mientras compartían sus planes para el día. Se sirvieron el desayuno, disfrutando de la comida y de la compañía mutua. Ana compartió sus emocionantes planes para la escuela, ya que había ingresado a la universidad, por fortuna, Cisco le había logrado conseguir papelería falsa tan autentica que nadie nunca dudaría de su veracidad, mientras Caitlin y Darya intercambiaban miradas cariñosas que no pasaron desapercibidas para Frost, quien también participaba en su juego.

Después del desayuno, se despidieron con abrazos y besos, sin sospechar que el día daría un giro inesperado. Ana se dirigió a la escuela, Darya a sus responsabilidades, Frost a sus propias actividades y Caitlin a los laboratorios. La normalidad persistía, ajena al caos que se avecinaba en las próximas horas.

Ninguna de ellas sabía que el mundo que conocían cambiaría drásticamente en cuestión de horas. El destino les tenía preparado un desafío que pondría a prueba su valentía, su amor y su capacidad para superar obstáculos. A medida que el día avanzaba, las sombras se cernían sobre la rutina cotidiana, y la tranquilidad que habían experimentado en la mañana se convertiría en una lucha por la supervivencia.

Amor multiversal| Caitlin Snow| Killer Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora