"Yo no le tengo miedo a nada, pero todavía no me explico por qué tiemblo cada vez que te veo"🥀
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Cuando Caitlin Snow está harta de que todas las personas a las que decide entregarle su corazón mueran, decide ir...
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Salta, giro, caída, arma al frente y dispara, sin piedad, todos son tus enemigos, el único aliado eres tú misma, no confíes en nadie, todos tienen secretos, todos quieren matarte y atraparte, eres una desertora, no, eres una espía, das información a ambos bandos, no tienes lealtad por ninguno, solo quieres venganza por la muerte de tu hermana.
Los dos mataron a tu hermana, ella era fiel a la rebelión y eso termino poniendo una bala en su frente, sabes tu misión, destruir ese mundo desde adentro, empezando con los malditos nazis, luego, con la rebelión, esperando que alguien se apiade de ti y te asesine una vez cumplida tu verdadera misión.
No hagas amigos, nadie en realidad puede ser tu amigo, no te enamores, el amor es para débiles, lo único que importa en esta vida, en esta tierra es ser lo suficientemente buena en algo para ser relativamente útil, si, finge que amas al arquero, finge que aprecias al líder, has lo necesario para sobrevivir, entrena duro para correr si hace falta, has todo por seguir respirando hasta que la muerte de tu hermana sea vengada por tus manos.
Ese era su mantra, su código de vida, fingir para sobrevivir, ser dura para tener un lugar en aquel mundo, ignorar los gritos de piedad de las personas que perecen bajo tu arma, nunca dudes, porque dudar es debilidad y ella tiene un objetivo que cumplir antes de rendirse.
Solo respira por cumplir su ultima misión antes de ir en paz junto a su hermana, pues, una vez saciada su sed de venganza, solo le quedaría un infinito vacío y una soledad, atormentada por los fantasmas de las personas que asesino a sangre fría, justo como el hombre frente a ella que estaba de rodillas.
—Bebe, el camino a la muerte es largo y necesitas estar hidratado—le lanza la cantimplora y el hombre le da un trago con manos temblorosas—¿Tus últimas palabras?
—Púdrete—exclama el hombre y ella suspira antes de matarlo con un disparo en su cabeza, abre su boca y le mete una moneda de plata, un boleto para el pasaje a la paz eterna, esa era su marca, su sello personal
—¿Terminaste de tu ritual macabro? —pregunta la voz del arquero saliendo de la oscuridad con su traje negro y su capucha puesta, Darya asiente sin decir nada y el hombre se coloca a su lado—¿Conseguiste la información?
—Siempre consigo la información—responde viéndolo fijamente, una de las únicas personas que pueden hacer eso sin terminar muertas—el cargamento saldrá mañana en la noche en una bodega, habrá un pequeño convoy para escoltarlo
—Bien hecho, Caronte—le da una bolsa con monedas de plata mientras pronuncia su apodo con cierta burla en su voz—el líder quiere verte
—¿Por qué? —pregunta confundida y seria, el arquero se encoje de hombros
