Capitulo Diecinueve: El rastro del ocho

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Días después, aquella noche...

El aire era frío, pero no lo era tanto como la casa Volkov. Este lugar estaba lleno de secretos, y el silencio era tan espeso como la niebla que flotaba por el jardín.

El aire se hacía más frío a medida que avanzaba la noche, y la misteriosa casa Volkov parecía más siniestra.

Una luz titilante flotaba por las ventanas de la parte de atrás, y una luna parcial esmeralda iluminaba el bosque que rodeaba la casa. Esta noche sería como ninguna otra.

De repente, las luces de la casa se apagaron, y todo quedó en silencio. La noche parecía helada, como si toda la energía hubiera desaparecido. El bosque parecía más oscuro, y una sombra se movía entre las sombras, cerca de la puerta principal. La noche parecía desafiar a la casa, con una fuerza que amenazaba con deshacerla.

De repente, una voz en la oscuridad dijo:

--No me sorprende que te hayas escondido en esta casa, Natalya.

La voz era fría, siniestra y tenebrosa, y Natalya se quedó sin habla. Sintió un escalofrío en la espalda, pero no pudo moverse.

La voz siguió:

--Sabes que no tienes ninguna salida, ¿verdad?.

Natalya se obligó a sí misma a mover un dedo, un pie, algo. Y, de repente, una luz iluminó la sala, con una intensidad cegadora. Miró en la dirección de la luz, con el corazón latiendo muy rápido, y vio una silueta en la otra parte de la habitación. Una figura tan alta que casi rozaba el techo.

La figura se acercó, y la luz se hizo más brillante. Natalya se tapó los ojos, y sintió la presencia de la figura frente a ella. La voz continuó:

--¿Me has vencido? ¿Has abandonado?.

Natalya se obligó a hablar, aunque tenía la garganta seca y estrangulada:

--N-no... Yo no me rindo.--

La figura pareció reírse de lo que Natalya había dicho.

--¿No te rindes? dijo, y la figura extendió un brazo hacia Natalya.

La chica estaba temblorosa, pero decidida a no caer.

La sombra pareció percatarse de eso y dijo:

--Bueno, si eso es lo que quieres, así será. La oscuridad te tomará, y la luz te mostrará un camino.

La sombra se abrió paso para tomar a Natalya.

Mientras la figura extendía el brazo, Natalya sintió una ola de calor que la invadió, y todo a su alrededor se transformó. Cuando se dio cuenta, se encontraba en la oscuridad, pero no estaba sola. Podía sentir la presencia de otro ser, y la suave voz de su Duende China:

--No estás sola, Natalya. Aquí estoy yo, y el sendero está abierto.

Natalya miró alrededor y vio un sendero de luz tenue, que se extendía delante de ella. Mientras avanzaba por el sendero, la luz empezó a crecer, y el sendero se volvió más estrecho.

--¿Dónde nos encontramos?, preguntó Natalya, mirando a su alrededor.--

La voz de China sonó tranquilizadora:

--Estamos en un lugar que está entre el mundo real y el mundo de la imaginación. Aquí, todo es posible.

Natalya asintió, y la luz de su alrededor empezó a cambiar de color. Comenzó a ver colores del arco iris, y formas líquidas de colores pasaron a su lado.

De repente, Natalya oyó el sonido de un llanto. Se detuvo, y miró en torno a ella. El llanto provenía de una figura que estaba sentada en el suelo, con las rodillas hacia el pecho. La figura estaba llorando, y cuando Natalya se acercó, vio que se trataba de una niña muy pequeña. La niña se volvió, y sus ojos eran un profundo marrón.

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