–Desde la primera noche en Kirán no he hecho más que tener pesadillas –había dicho Mérida–, sueños horribles relacionados a Mordú y mi padre.–Mordú es el oso, el monstruo que asolaba los bosques de tus tierras ¿verdad?–Exacto. Al final, resultó ser un hombre atrapado en su propia sed de poder. La magia que recibió lo transformó en lo que su corazón albergaba: un monstruo. En mis sueños... Mordú se convierte en mi padre y viceversa.–Eso es perturbador.–Lo es... lo fue. Pero ahora entiendo el por qué. No era mi culpa, no eran mis miedos, no... Siempre ha sido Zekiel intentando enviarme la respuesta mucho antes de que hiciera la pregunta. –¿Y la pregunta es...?Mérida le dedicó una mirada que decía todo. Érika se llevó una mano a la boca ahogando su impresión y dolor. Para ella era un golpe doble, pues aun estaba enterrando su fé, y a eso debían sumarle que era una cuestión de sangre y familia. –¿Dónde está Zekiel? –susurró con un hilo de voz–. Es... oh dioses ¿es posible? ¿Es cierto?–Ahora sé que lo es –asintió Mérida indicando un punto en el mapa sobre el cual habían estado trazando el plan para cada uno–. Tres frentes: Sëvallar, el castillo... y el pasillo. Al final, todos dependeremos de uno y uno dependerá de todos.
Durante toda su vida, lo que Aladar más había escuchado había sido "No necesitas hacer eso". Su madre lo había colocado en una burbuja de cristal donde nada era importante para él. Lo había educado para ser un simple príncipe que llenaba el lugar que le correspondía, pero que no hacía nada para ganarse el título. "No necesitas hacer eso", como un mantra se repitió a lo largo de toda su vida. No necesitaba aprender a pelear como su hermana, no necesitaba aprender de filosofía e historia como tanto le gustaba, no necesitaba salir a recorrer la ciudad ni conocer al pueblo, no necesitaba ser ni hacer nada más que verse bonito al lado de su madre.Y entonces llegó Mérida a su vida y el mantra se dio vuelta completamente."Necesitas hacer esto".–Necesito hacer esto –se dijo mirando hacia la grieta en el árbol–. Tengo que hacerlo.
"No necesitas hacer eso, no necesitas entrar al pasillo sino hasta que te cases. ¿Para qué correr riesgos?" había dicho su madre más de una vez. Y aun sabiendo que era arriesgado esperar tanto tiempo, Aladar aceptó y le hizo caso, porque era su madre y se suponía que estaba velando por su lugar en el trono. ¿Por qué correr el riesgo de morir en el pasillo de las voces antes de llegar al trono? ¿Por qué preocuparse si era digno o no?Ah... había sido tan estúpido y complaciente. Feliz de permanecer en sus lujosos aposentos leyendo sus libros viejos, instruyéndose en secreto sobre temas que a su madre no le gustaban. Pero en tanto fuera el perfecto muñequito de torta, su madre no iba a molestarse realmente. Tres objetivos, tres frentes para que todo funcionara... si uno fallaba todo se caía a pedazos.Alzó la mirada y vio el enorme árbol con la abertura en medio. Pocas veces había pisado el jardín de Ethos, primero porque su madre prefería mantenerlo lejos de un posible rechazo de los dioses, y segundo porque él no creía en nada de eso. Oh, creía que había algo, era consciente de que un extraño poder residía en ese lugar, que ciertamente algo había golpeado el terreno muchos años atrás y había formado todo lo que ahora conocía... pero no creía en dioses, mucho menos en tomarse la atribución de darles nombres y alzarles altares. Y ahí estaba... frente a la entrada que llevaría al pasillo donde se juzgaba a los futuros líderes de Kirán, así había sido por generaciones.
Aladar respiró hondo y dio un paso al frente, luego otro y otro, y finalmente estuvo franqueando el umbral del oscuro pasillo. El arroyo a sus pies, las piedras redondas, las paredes llenas de moho, las voces y los rostros que se perdían en la oscuridad. Una luz de plata iluminaba tenuemente desde arriba, pero arriba sólo había oscuridad. Nunca había estado allí, pero... eso no era lo que había imaginado. Era mágico, era espeluznante y era imposible que semejante espacio se abriera dentro de un árbol, claramente un portal, pero su mente no podía condensar todo eso.
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Valiente II
FantasiHan pasado 5 años desde que Mérida Dunbroch se plantó frente a los clanes y defendió su mano. En la víspera deben cumpleaños, rodeada de amigos y familia, celebrando como siempre... una tormenta se desata trayendo consigo el rugir de la guerra. Un a...