CAPÍTULO 5

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Los sentimientos que estaba experimentando eran demasiados, tantos que ni siquiera vi posible contarlos a todos

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Los sentimientos que estaba experimentando eran demasiados, tantos que ni siquiera vi posible contarlos a todos. Sentía una especie de ansiedad, sí, pero también era más parecido a la expectativa, ¿o era acaso otra cosa? Mi cuerpo estaba en calma, pero mi mente era un caos.

La técnica con Dafne había ayudado mucho a que no huyera despavorida, pero no hizo nada por evitar que me sumiera en un mar de recuerdos en cuanto pisé los terrenos de la antigua casa de Lucian. El jardín estaba casi intacto, a excepción de varias hojas caídas acumuladas por debajo de los árboles. Varias flores mostraban los signos de la falta de cuidado en todos esos meses de ausencia y sin la supervisión de Liz. Parecían advertir que su propietaria, la mujer que les hablaba cada vez que las salvaba de alguna mala hierba o les quitaba un poco de polvo, ya no se encontraba cerca. Era como si el jardín sufriera porque algo le hacía falta.

La fuente de la mujer danzante continuaba allí, en la misma postura sensual como recibimiento, aunque a diferencia de lo que hubiera pensado antes, ya no expulsaba agua de los pechos, en su lugar, el agua se había estancado con algunas hojas en el fondo o que nadaban en la superficie.

Lo contemplé todo con imágenes de las chicas en mi cabeza. Conversaciones, risas, discusiones y llantos. Recordaba a Wen trabajando en el jardín en medio de una sesión fotográfica. Incluso mi última conversación con Emily antes de que los asuntos de la fiesta de Lucian nos interrumpiera.

—Hablé con ella aquí —dije sin pensar. Fue una acción que no había premeditado, sólo lo hice. Dafne no dijo nada, pero me miró atenta—. Con Emily. Justo cerca de esos arbustos, muy lejos de los oídos de los guardias y de cualquier cámara o micrófono que pudiera captar nuestra conversación. Ella había estado esperándome toda la mañana para hablar conmigo sobre el asunto de mi trato y mis salidas —hice una pausa—. Esperaba que yo la ayudara.

No recibí respuesta ni aliento de nadie para continuar, pero notaba que me escuchaban. A decir verdad, no sabía muy bien por qué hablaba del recuerdo de mi última conversación con Emily, teniendo muchas otras cosas más interesantes de las cuales hablar, pero fue lo primero que se me ocurrió de manera genuina.

Me acerqué al lugar donde se había dado la conversación. Fue como si un imán me llevara hasta allí, atrayéndome por otro extraño sentimiento inexplicable.

—Ella quería salir igual que yo —continué—. Pensaba que si le decía en qué había consistido mi trato con el señor Luc, entonces lo que ella haría no la tomaría por sorpresa, o puede que se le hiciera menos terrorífico —reflexioné un poco—. Ahora que lo pienso, no tenía sentido que me lo preguntara. Los tratos con Lucian siempre variaban, dependiendo de las exigencias o el tamaño de nuestra petición, pero también de lo que podíamos darle y lo que le interesaba. Si ella quería salir, él no iba a repetir el mismo acuerdo que hizo conmigo.

—¿Qué fue lo que...? —alguien soltó un siseo.

Miré por detrás de la espalda. Dafne le hacía un gesto de silencio a un confundido oficial que, a juzgar por la libreta de apuntes que sostenía en mano, era el que me habían asignado para anotar todo lo que decía.

Liberada | Bilogía Mentiras #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora