CAPÍTULO 16

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Desperté al día siguiente sin los gritos

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Desperté al día siguiente sin los gritos.

El hecho en sí no fue algo que me sorprendiera, a pesar de haber sufrido hasta entonces ataques de pánico poco antes de abrir los ojos cada mañana. Más adelante me daría el tiempo de buscar alguna explicación, pero justo en ese momento al despertar, me quedé paralizada al encontrarme a pocos centímetros del rostro de Derek.

Escuchando sus ronquidos.

La única persona a la que había oído roncar alguna vez era Anne, muy diferente a como Derek lo estaba haciendo. El de ella se había parecido más a un silbido, tal vez imperceptible de no ser por la proximidad en la que dormíamos al ocupar la misma cama. Los ronquidos de Derek, por su parte, eran más nasales, como si le costara respirar. Me habría echado a reír de no ser porque toda su postura transmitía una absoluta calma. Su pecho subía y bajaba, con una mano sobre el estómago y la cabeza ladeada en mi dirección, de tal forma que podía ver mechones de pelo temblar al compás de su respiración.

El día comenzaba a aclarar y empecé a sentir la urgencia de ir al baño, pero preferí mantenerme quieta. Lo primero con lo que me había encontrado era con ese rostro apacible, y de alguna manera, este hizo que dudara en despertarlo, incluso si era debido a algún movimiento involuntario. Hacía noches que ninguno de los dos había dormido hasta la mañana, por lo que permanecí largo rato observándolo. ¿Era acaso eso normal entre amigos?

De pronto hubo un cambio en sus ronquidos.

Cerré los párpados de inmediato con el pecho latiéndome de prisa. Busqué regular mi respiración a una compasada, fingir que dormía, mientras oía sus ronquidos mermar y el cuerpo de Derek terminó por estirarse. Por unos minutos en el que reinó el silencio me esforcé en aparentar que continuaba inconsciente.

Lo escuché soltar un profundo suspiro, luego, nada.

Percibí su mirada escaneándome y casi estuve tentada a fruncirle el ceño, pero no hubo ningún otro ruido o movimiento que me revelara lo que hacía. Al cabo de un instante, noté su cuerpo sentándose sobre la cama para después pararse y me arriesgué a entreabrir los ojos, lo suficiente para entrever su silueta alejarse. Mis extremidades se relajaron hasta que sentí nuevas sábanas cubriéndome hasta el cuello. Escuché sus pasos yendo en dirección a la puerta y el sonido de esta abrir y cerrarse fue lo último que hubo antes de que me levantara.

Aguanté un largo rato hasta que la urgencia por ir al baño me obligó a salir de la habitación. En la cocina reconocí el sonido de la licuadora y de un cuchillo al rebanar. Probablemente, si me dirigiera a desayunar, Derek actuaría como si la noche anterior no hubiera sido un cambio drástico en nuestra rutina, pero yo me sentía un tanto abochornada. ¿Y si él había caído en cuenta de que no estaba dormida? ¿Que lo había contemplado tanto tiempo como una embelesada? Dormir juntos ya no sonaba tan grave después de lo ocurrido, pero si eso sumaba mi interés por verlo dormir, sí que daba mucho en qué pensar.

Liberada | Bilogía Mentiras #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora